ARGUMENTO: “Los toros no sienten dolor ni sufren cuando son lidiados”

RESUMEN: ¿Los toros no sienten dolor ni sufren cuando les clavan objetos punzantes durante la lidia? Éstas son algunas de las preguntas a las que aquí vamos a responder.

Algunos taurinos dicen, basándose en un estudio de 2007 de Juan Carlos Illera, que los toros no sienten dolor ni sufren cuando les clavan objetos punzantes durante la lidia y que por lo tanto la tauromaquia es una actividad éticamente correcta. Estas personas no tienen en cuenta que matar a alguien es éticamente incorrecto, aunque se haga sin producir sufrimiento. El estudio de Illera, que no ha sido publicado en ninguna revista científica, tiene graves errores tanto metodológicos como en sus conclusiones. La presencia de la hormona cortisol es un indicador del estrés de un animal; Illera afirma que los toros sufren más estrés durante su transporte que durante la lidia. Illera comete el error de medir el cortisol de los toros al final de la lidia, cuando el toro tiene su médula espinal seccionada y está muriendo o muerto: la medida de cortisol debe hacerse con el sistema nervioso en un estado íntegro. El otro gran error del estudio es dotar a las hormonas betaendorfinas de la capacidad para neutralizar el dolor, pues ningún estudio científico habla de dicha capacidad, en cambio se las atribuye la capacidad contraria. En el año 2002, el mismo Illera dirigió una tesis doctoral en la cual se afirmaba que la lidia suponía para el toro un gran estrés en un muy corto periodo de tiempo, con altas descargas de cortisol y de ACTH; en seis años los toros no han podido cambiar tanto. Como no puede ser de otra manera, la puya, las banderillas, la espada y el descabello también producen un gran sufrimiento a los toros, pues si no sufrieran sería un caso único e Illera ya hubiera recibido un Premio Nobel por su estudio, pero no es el caso.

Palabras clave: dolor, estrés, sufrimiento

Algunos taurinos dicen que los toros no sienten dolor ni sufren cuando les clavan objetos punzantes durante la lidia y que por lo tanto la tauromaquia es una actividad éticamente correcta.

Estas personas se basan en un estudio de 2007 de Juan Carlos Illera del Portal, director del Departamento de Fisiología Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid. Illera basa su investigación en la endocrinología, es decir la medición de las hormonas. Según Illera, el toro no sufre: «Yo podría aseverar perfectamente que ese animal no sufre. Así como lo digo: no sufre dolor». Según Illera, el toro apenas siente dolor cuando es torturado en la plaza de toros, y siente más estrés cuando es trasladado a la plaza que cuando está en ella.


Estrés y dolor del toro de lidia (Juan Carlos Illera) (Link)

Estas conclusiones fueron muy difundidas en los medios de comunicación taurinos, por ejemplo, en el número 656 de la revista taurina 6toros6, se publicó un artículo, que en realidad es una entrevista realizada por José Luis Ramón, titulado: «Por qué el toro no sufre». En cambio, no tenemos constancia de que dicho estudio haya aparecido publicado en revistas científicas, lo cual nos resulta muy extraño, pues de ser ciertas las palabras Illera, los principios básicos de la Neurología y de los mecanismos del dolor quedarían por los suelos, al mostrar que el sistema nervioso de los bóvidos, en concreto el del toro bravo, sería único en el reino de los mamíferos, siendo Illera merecedor del Premio Nobel.

Juan Carlos Illera llegó a comentar que «Los cirujanos de una plaza de toros nos comentaron el año pasado que era más que posible que la misma reacción hormonal que tenían los toros ante el dolor la tuviesen los toreros», lo cual nos lleva a razonar que si es éticamente aceptable lidiar toros también lo sería lidiar toreros.

Formulamos de forma más clara las premisas y la conclusión del argumento:

ARGUMENTO: El toro no sufre en la lidia

(P1) Es éticamente correcto matar a alguien sin causarle dolor ni sufrimiento.
(P2) Los toros no sienten dolor ni sufrimiento cuando les clavan objetos durante la lidia.
(C) La tauromaquia es una actividad éticamente correcta.

Este argumento puede rebatirse de las siguientes maneras:

PREMISA (P1): Es éticamente correcto matar a alguien sin causarle dolor ni sufrimiento

La tauromaquia es una actividad éticamente incorrecta independientemente del grado de estrés y dolor que produzca a los toros, pues frustra sus intereses básicos[1], en este caso los intereses básicos de los toros. Generalmente esto es debido a que quienes defienden la tauromaquia son especistas, es decir, discriminan arbitrariamente a otros animales por el hecho de pertenecer a otra especie, en analogía a lo que ocurre con los racistas, con los sexistas, etc.[2]

Los toreros podrían sufrir menos dolor en situaciones de tensión, pero eso no justifica éticamente que se les maltrate y asesine. Con un toro, y con cualquier otro individuo con intereses, ocurre lo mismo.

PREMISA (P2): Los toros no sienten dolor ni sufrimiento cuando les clavan objetos durante la lidia

(ii) Los toros sí sufren dolor cuando les clavan objetos punzantes. El dolor está asociado a la glándula hipófisis, situada en el cerebro. La glándula hipófisis segrega la hormona beta endorfina. En cantidades elevadas, la betaendorfina tiene un efecto analgésico y la sensación de dolor es baja.

El estrés está asociado con las glándulas suprarrenales o adrenales, situadas al lado de cada riñón. La parte externa de la glándula adrenal segrega la hormona cortisol, y la parte interna segrega la hormona catecolamina. La catecolamina y el cortisol son hormonas que marcan el grado de estrés. Las dos adrenales se encuentran cerca de la arteria aorta, la mayor del cuerpo, y de la vena cava. Su emplazamiento permite que los mensajes hormonales se transmitan por la sangre rápidamente.

Todos los animales con sistema nervioso central tenemos capacidad para sentir dolor y placer[3], el toro no es un caso especial.

Bramidos de un toro sin presencia de la orquesta (Link) (1)

«Los bramidos que se escuchan durante las corridas de toros son una clara expresión de que el toro está pasando por una situación adversa que intenta evitar, que es precisamente el significado biológico y evolutivo del sufrimiento. Claramente los bramidos aparecen sólo cuando el toro se ha separado de sus compañeros de rebaño, y se enfrenta a una situación adversa que puede ser un entorno hostil o desconocido, o la provocación de los hombres o los caballos. Como el toro es un animal social, el mensaje de los bramidos está destinado a sus compañeros de rebaño (los otros toros que viajaron con él a la plaza desde la dehesa, y que el toro puede todavía oler porque están próximos) y puede significar tanto un mensaje de alerta (por ejemplo «no vengáis aquí porque hay peligro»), o, más probable, una llamada de ayuda (por ejemplo «venid a ayudarme, me están atacando»).

Sea cual sea el significado preciso, los bramidos informan de una situación adversa que el toro intenta evitar, y como el resultado de estas vocalizaciones es un fracaso (ni otros toros vienen a ayudarle ni la situación mejora), la frustración, añadida a la situación adversa de por sí, nos permite concluir que estas vocalizaciones, cuando realizadas en la arena de la plaza, son una expresión de sufrimiento.» Jordi Casamitjana, etólogo

A continuación dejamos la respuesta del veterinario José Enrique Zaldívar a las declaraciones de Illera sobre el dolor y el sufrimiento del toro cuando se le lidia[4]:

¿Cuál es a su juicio, como profesional de la veterinaria, la validez de las teorías del D., Illera, según las cuales el toro apenas sufre y que están sirviendo de base para rebatir el hecho de su dolor físico por parte de los taurinos?

Para mí y tras estudiar en profundidad su estudio, no tiene ninguna validez científica. Como te he comentado antes, lo que me impulsó a tomar parte activa en este movimiento que cada día cobra más fuerza, fue la lectura de sus conclusiones. El profesor Illera fue compañero mío de promoción y su padre fue el catedrático de Fisiología del que recibí una excelente formación en dicha asignatura. Era un magnífico orador y comunicador de conocimientos y sumamente justo a la hora de juzgar el saber de sus alumnos. Creo recordar que además era en aquella época, veterinario titular de la plaza de Las Ventas en Madrid.

Yo no puedo negar que las determinaciones hormonales de dicho estudio sean falsas. Tengo que aceptar que son las que se han publicado pero, el estudio tiene grandes lagunas en la metodología científica seguida y especialmente en las conclusiones que son totalmente irreales.

Me explico: cuándo se dice que el toro trasportado en un camión o que el toro que sale a la plaza y es devuelto a los corrales sin lidiar porque no vale para eso, sufre más que el toro que es sacrificado en el ruedo tras pasar por todas las suertes de la lidia, se están ocultando datos que están demostrados científicamente. Cuando me refiero a sufrimiento psíquico estoy hablando del estrés. El estrés se mide en muchas especies animales a través de una hormona que se llama cortisol. Cuando el profesor Illera dice que los toros transportados o los que son devueltos a los corrales sin lidiar, tienen más cortisol que los que van pasando por las suertes de la lidia, (unos por los picadores, otros por las varas y las banderillas y otros por los picadores, las banderillas, el estoque y el descabello), se está olvidando de algo sumamente importante y vital para sacar esas conclusiones. ¿De qué se olvida?, pues de la integridad del sistema nervioso. El toro transportado o el toro que no es lidiado tienen su sistema nervioso íntegro y los que pasaron por las diferentes suertes de la lidia no. Éstos últimos han sufrido lesiones en sus transmisiones nerviosas y precisamente son esas lesiones las que impiden que sus niveles de cortisol sean los esperados. Para que el eje hipotálamo-hipófisis-adrenales, es decir el sistema glandular que se ocupa de la respuesta al estrés pueda ser valorado, es necesaria la integridad del sistema nervioso. ¿Qué integridad de dicho sistema hay en un toro al que se le ha seccionado la médula espinal mediante el descabello o la puntilla? Evidentemente ninguna.

Tenemos que hablar también aquí del conocido como Síndrome de Adaptación que fue ampliamente estudiado por una eminencia como Selye. Cualquier organismo superior ante una situación de estrés, pasa por una fase de alarma, en la que descarga adrenalina, noradrenalina y cortisol en grandes cantidades. El fin de estas descargas es pasar a la fase siguiente que es la adaptarse al estímulo que le provoca estrés. Si lo consigue, los niveles de cortisol se normalizan, lo que significaría que nos hemos adaptado a la situación que nos estresa. Lo que pretende el estudio es hacernos creer que el toro de lidia se queda en esta fase y que por tanto se adapta a la novedosa situación que está viviendo, pero no es así. El organismo del toro o fracasa y pasa a la fase de agotamiento en la que es incapaz de responder, o bien sigue luchando para intentar adaptarse sin conseguirlo. Si el sistema nervioso del toro estuviera íntegro veríamos unas cifras de cortisol mucho más altas de las que se publican en el estudio. Los toros que han sido analizados después de seccionar su médula espinal tienen niveles de cortisol casi normales. Pues bien, una persona con la médula espinal seccionada no tiene respuesta al cortisol, es decir su valor no es que sea normal, es que es muy próximo a 0. Resulta sumamente interesante saber que conforme avanza la lidia, el toro va teniendo menos cortisol en su sangre. Resulta curioso saber que cuanto más avanza la lidia, los daños provocados en el sistema nervioso son cada vez mayores. No es que haya menos estrés, lo que hay es más estrés que no puede ser manifestado en forma de descargas de altas cantidades de cortisol porque los mecanismos nerviosos que hacen que esa respuesta se produzca están minimizados. Y evidentemente el agotamiento orgánico del animal influye también de manera considerable.

El otro gran error del estudio es dotar a unas hormonas llamadas betaendorfinas de unas propiedades que no tienen. Me explico: en el estudio se nos dice que el toro, en el momento de las puyas descarga ingentes cantidades de estas hormonas que serán capaces de neutralizar el dolor que se le está provocando. Pues bien, te puedo decir que, en ningún estudio científico de los que he consultado y en cuya recopilación he contado con la inestimable ayuda de algunos médicos españoles y franceses, en ninguno, se atribuye a las betaendorfinas la capacidad de neutralizar el dolor. En el 90% de ellos se las atribuye la capacidad contraria. Quiero decir que a mayor cantidad de betaendorfinas detectadas en personas que sufrían dolor, mayor era la cantidad de estas hormonas en su sangre. Las mujeres que manifestaron mayor dolor durante sus partos eran las que más betaendorfinas descargaban. Los niños que habían nacido de partos complicados, es decir, que habían sufrido más en ellos, eran los que más betaendorfinas tenían en su sangre. Los enfermos que más dolor manifestaron antes y después de cirugías de tipo traumático, eran los que más betaendorfinas produjeron en su organismo. No podemos por tanto creer que en el toro de lidia, estas sustancias cumplan con cometidos que nunca se han aceptado en ningún estudio científico. A lo sumo, en alguno de ellos, se habla de que son capaces de paliar el dolor, pero en la inmensa mayoría se dice que son hormonas que median y que miden la intensidad de él.

Actualmente existe la sospecha de que algunos toros salen dopados con analgésicos, tranquilizantes y antiinflamatorios. De hecho, en la última Feria de San Isidro, se ha instaurado por orden de la Comunidad de Madrid el control antidoping, si el Presidente de la corrida tenía la sospecha de que algún toro estuviera dopado. Sería absurdo dopar a toros que son capaces de controlar el dolor con estas mágicas sustancias que su propio organismo genera. ¿Para que le vamos a poner a un toro Fynadine o Feldene si queremos ocultar una cojera, si en cuanto le apliquen las puyas van a desaparecer todos sus dolores?. Debo decir que además estas sustancias que he nombrado, a determinadas dosis, son capaces de disminuir las sensaciones de estrés. Lo que no sé es si en el estudio se ha tenido en cuenta esta circunstancia y a los toros analizados se les ha hecho un control de estas sustancias. Lo dudo.

Otra cosa que me ha llamado mucho la atención según iba recopilando información para rebatir el estudio del profesor Illera es que, en el año 2002, él mismo, dirigió una tesis doctoral en que se afirmaba que la lidia suponía para el toro un gran estrés en un muy corto periodo de tiempo, con altas descargas de cortisol y de ACTH. No sé lo que habrán cambiado los toros de lidia en los últimos seis años para que ahora sea al revés. Lo tendrán que aclarar en su momento y seguramente desde AVAT se lo vamos a pedir. De ser ciertos los datos que figuran en esta tesis, estoy seguro que los valores de cortisol serían todavía más altos contando con la falta de integridad del sistema nervioso que te he comentado antes.

¿Podría detallar cuáles son los daños físicos que sufre el toro durante la lidia, qué órganos se le dañan, qué sufrimiento le producen las heridas así como también, el maltrato psicológico que padece el animal durante todo el proceso?

Pues son muchos y estoy seguro que los grandes aficionados a la lidia los desconocen. Lo pude comprobar en el programa 360º de Antena 3 cuando pregunté cuántos de los allí presentes sabían la profundidad de penetración de una puya en el cuerpo del toro. El único que me respondió demostró su desconocimiento: dijo que 10 cm., que según él es lo que mide una puya. Erró por dos veces: la puya mide 9 cm. y en el 90% de las ocasiones se coloca fuera del lugar que los cánones taurinos dicen (morrillo) y provoca heridas de 20 o más cm. de profundidad. Habrá quién no comprenda como un instrumento cortante con un filo similar al de una cuchilla de bisturí del número 20, puede penetrar dos veces su tamaño o más, ya que han identificado puyazos de hasta 30 cm. de profundidad. La respuesta es sencilla: los picadores con el objeto de mermar lo más posible la capacidad física del toro, la utilizan como un sacacorchos, o hacen lo que se llama “mete-saca” y además, impiden la salida del toro del caballo cuando siente dolor con una maniobra ilegal que se llama “carioca”.

Las puyas lesionan apófisis espinosas de vértebras, pueden lesionar la parte alta de las costillas, provocan hemorragias que pueden llegar al 18% del volumen sanguíneo del toro, pueden traspasar la pleura provocando neumotórax y como consecuencia insuficiencia respiratoria. Seccionan y por tanto lesionan ramas dorsales de nervios, en especial los que forman parte del plexo braquiocefálico que es el encargado de inervar los miembros anteriores. Esta es una de las razones de que los toros se caigan o cojeen a la salida del caballo.

Las banderillas también hacen su trabajo, provocando lesiones de músculos, vasos sanguíneos y nervios no sólo en el momento en que son colocadas, sino durante el resto de la lidia, debido al movimiento constante que tienen sobre el dorso del animal.

La estocada casi nunca es colocada en el hoyo de las agujas, lo que permitiría la muerte rápida del toro por corte de la vena cava caudal o de la arteria aorta posterior y de algunos vasos de la entrada del pecho. En vez de eso, es capaz de lesionar el pulmón o el bronquio derecho del toro lo que provocará el paso de sangre de pulmón a bronquio, de éste a la traquea, de aquí al esófago y a las vías respiratorias altas y el toro morirá expulsando sangre por su boca. En toros brevilineos el estoque puede llegar a pinchar el corazón. Cuando vemos al toro tener hipo y dar marcha atrás es porque la estocada ha traspasado el diafragma, habiendo podido llegar incluso a pinchar la panza o el hígado. De esta manera se produce la parálisis del nervio frénico. En otras ocasiones el estoque tocará las zonas laterales de los pulmones y veremos unos hilillos de sangre que salen por sus ollares y su boca. Esto significa que el toro se está ahogando en su propia sangre. Y la mayoría de las veces la estocada cortará cordones nerviosos laterales a la médula espinal, que se ocupan de la inervación de la caja torácica, lo que provocará una parálisis con insuficiencia respiratoria que hará más agónica su muerte si es que cabe.

Para terminar la sangría, que siempre se hace por amor al toro, faltaría más, se procede al descabello que consiste en seccionar la médula espinal. No se hace casi nunca una vez, sino varias, hasta que se acierta y si no, pues se usa la puntilla, que corta la médula con un cuchillo de 10cm.

Además de las lesiones que te he descrito, no debemos olvidar el sufrimiento de diversos órganos durante la lidia. Al toro se le somete a un esfuerzo para el que no está preparado. Las analíticas sanguíneas de estos animales revelan datos que en cualquier animal serían considerados como patológicos. Tengo recopilados varios estudios al respecto y no tardaré mucho en hacerlos públicos.

ILP taurina, comparecencias. José Enrique Zaldívar (Link)

“Los neurólogos no sólo saben perfectamente que el toro es capaz de sufrir, puesto que las estructuras neurales de su diencéfalo y de su sistema límbico son semejrantes a las nuestras, sino que a veces lo usan como modelo en estudios sobre el dolor.” Jesús Mosterín, A favor de los toros, op. cit., p. 95.

CONCLUSIÓN (C): La tauromaquia es una actividad éticamente correcta

Dado que no es cierto que sea éticamente correcto matar a alguien sin producirle dolor ni sufrimiento, y dado que la tauromaquia consiste en matar a alguien y además produciéndole un gran sufrimiento, no llegamos a la conclusión de que la tauromaquia sea un aactividad éticamente correcta.

▼▲ Mostrar/Ocultar REFERENCIAS Y LINKS
(Visited 541 times, 1 visits today)

3 Comments

  1. David Díaz 1 noviembre, 2020
    • David Díaz 1 noviembre, 2020
    • David Díaz 1 noviembre, 2020

Leave a Reply