Respuesta a Lierre Keith por la entrevista «La mayoría de veganos lo deja y los que insisten hacen trampas»

Entrevista a Lierre Keith

El 16 de junio de 2018, el periódico digital El Confidencial publicó una entrevista a Lierre Keith titulada «La mayoría de veganos lo deja y los que insisten hacen trampas». La señora Lierre Keith está realizando entrevistas en diversos medios para promocionar la próxima reedición de su libro “El Mito Vegetariano”, muy bien recibido por el lobby de la explotación animal. Curiosamente la señora Keith reconoció que nunca fue vegana porque en sus dos décadas de “veganismo” nunca dejó de comer leche y huevos

A continuación procederemos a desmontar todas las falsedades que la señora Keith vierte en esta entrevista en concreto. El argumentario que Lierre Keith usa contra la alimentación vegetariana estricta (popularmente llamada “alimentación vegana”) y contra el veganismo se resume en estos cuatro puntos:

  1. ÉTICA. Lierre Keith dice que no tenemos el deber ético de practicar el veganismo.
  2. SALUD. Lierre Keith dice que la alimentación vegetariana estricta (“alimentación vegana”) es incompatible con una correcta salud humana y que causa, necesariamente, serios problemas de salud a largo plazo. Se pone a ella misma como ejemplo de mala salud. La señora Keith también dice que la gente no sabe leer estudios de nutrición debido a una falta de “formación científica”.
  3. MEDIO AMBIENTE. Lierre Keith dice que la agricultura es la primera causa de destrucción del medio ambiente y que, por lo tanto, la adopción de una alimentación vegetariana estricta destruye el medio ambiente.
  4. JUSTICIA SOCIAL Y HAMBRE. Lierre Keith dice que la adopción de una alimentación vegetariana estricta no tiene un efecto positivo contra la situación de hambruna que se padece en muchos países empobrecidos. Tácitamente, está afirmando que la producción de carne no tiene nada que ver con el hambre en el mundo.

En este artículo vamos a rebatir dichas afirmaciones de Lierre Keith (y a todas las personas que piensen como ella) desde el punto de vista de la Ética, de la Bioquímica y de las Ciencias Ambientales, demostrando que:

  1. Es un deber ético adoptar el veganismo y por lo tanto adoptar una alimentación vegetariana estricta.
  2. Una alimentación vegetariana estricta es perfectamente compatible con una correcta nutrición y una salud óptima. Hay una extensa bibliografía científica que avala la alimentación vegetariana estricta y que es muy clara e inequívoca en sus conclusiones. Al final de este artículo adjuntamos un anexo de estudios científicos sobre nutrición que la señora Keith debería aprender a leer.
  3. La adopción generalizada de una alimentación vegetariana estricta es plenamente sostenible y beneficiosa medioambientalmente en relación al actual modelo alimenticio rico en productos ganaderos.
  4. La producción de carne condena a hambrunas a los humanos que viven en los países más empobrecidos del mundo.

1. ÉTICA

Primeramente debemos aclarar que el veganismo no es una dieta. El veganismo es respetar a los demás, y los demás no son sólo humanos, sino todos los seres que tenemos una conciencia: los seres sintientes. Los seres sintientes tenemos experiencias e intereses, es decir, cada uno de nosotros es alguien, no algo. En nuestros intereses está implícita la exigencia de que deben respetarnos. Cuando dicha exigencia es universalizada, ésta se convierte en la Regla de Oro de la Ética: “A priori, los intereses no deben ser frustrados”. Dicha norma ética esencial contiene lógicamente el derecho ético a la salud y a la vida que todos los seres sintientes tenemos, y que tiene prioridad sobre todo lo demás. Por dicha razón no debemos ser explotados, y tampoco debemos ser maltratados directamente ni por omisión.

Podemos comprobar que todas las discriminaciones arbitrarias tienen su origen en no considerar los intereses de alguien esgrimiendo que dicho sujeto “es diferente física o psicológicamente”, cuando la Realidad es que todos somos diferentes unos de otros y que esas diferencias sólo implican una diferencia de trato (ajustado a las necesidades de cada uno), pero no una falta de respeto. No considerar por igual los intereses de quienes no son humanos es una discriminación arbitraria llamada “especismo”, en analogía al racismo, al sexismo y a cualquier otra discriminación.

En la entrevista, Lierre Keith dice que “para defender la compasión, la justicia y la sostenibilidad no es necesario cambiar a una alimentación vegana”. Por lo tanto, según la señora Keith, explotar a alguien y cortarle el cuello en un matadero es tan “compasivo” y “justo” como respetarle, esto demuestra hasta qué punto la señora Keith es especista.

Para ser coherentes con la Ética, las personas éticas modifican sus hábitos, dejando de comprar productos y servicios de origen animal, de la misma manera que rechazan agredir y matar a los demás. La adopción de una alimentación vegana sólo es una parte necesaria para respetar el derecho a la salud y a la vida que todos los seres sintientes tenemos. Siguiendo la misma lógica, también debemos vestirnos sin usar la piel de otros, divertirnos respetando a los demás, etc.

Por lo tanto, cuando la señora Keith dice que “Aunque es cierto que, ante las horribles imágenes de animales torturados que todos hemos visto, hay motivos suficientes para rechazar la carne, también es cierto que ese es solo un modelo posible de ganadería” está reconociendo que hay algo éticamente horrible en la ganadería, pero luego viene a decir que “existe una manera ética de matar a quien quiere seguir viviendo mediante otro modelo de ganadería”. Esta idea de la señora Keith es errónea porque es un hecho que cuando se mata a quien quiere seguir viviendo se le hace un mal, así como se le hace un mal si se le fuerza sexualmente. Por lo tanto no ha existido, no existe y nunca existirá una manera ética de matar a quien quiere seguir viviendo. Los mataderos no son éticos, todos los mataderos son lugares donde se cometen actos horribles. Además, los mataderos no son necesarios para una correcta alimentación, pues existe una alimentación alternativa basada en Ética: la alimentación vegana, sobre la que hablamos en el siguiente punto y en el anexo final.

2. SALUD

Lierre Ketih dice: “Para que unos vivan, otros deben morir.”

Le sugeriría a la señora Lierre Keith que volviese al siglo XXI desde la Edad Media. Este tipo de justificaciones se pueden aplicar a contextos que dudo mucho que busque normalizar. Menos aún en el campo de la biología, donde la gran mayoría de los organismos vivos de la Tierra, tanto en cuanto a biomasa activa total como en cuanto a número de individuos se refiere, no practican la heterotrofia. Pero no solo está algo perdida de planeta, sino de época. Volviendo a nuestra era actual, e incluso suponiendo vagamente que nuestros sistemas y mecanismos se adecuen a una dinámica trófica basada en el heterotrofismo prehistórico, contamos con las herramientas tecnológicas y de producción-distribución que no implican la masacre sistemática de otros. Incluso sabiendo que estas dinámicas, en sistemas naturales, son causa y efecto de equilibrios biogeoquímicos clave, nuestro estilo de vida en el sentido que la señora Keith defiende no lleva a otra cosa más que al colapso de modelos de producción completos, altas tasas de contaminación y agotamiento de recursos, pérdida de biodiversidad y de ecosistemas enteros, priorización vergonzosa de logística e investigación en pro de alimentar y tratar a animales de ganado y no a seres humanos, favorecimiento de patologías crónicas graves y un modelo de pensamiento antropocentrista que solo nos puede llevar a una selección negativa en el ambiente debido a la no comprensión de nuestra existencia como parte de la bioesfera.

Lierre Ketih dice: “Los veganos te ofrecen un modelo perfecto.”

Esto es categóricamente falso. Cualquier antiespecista con un mínimo de formación biológica, ambiental, política y económica ofrecerá el veganismo como una alternativa más sostenible con un menor impacto en la integridad dinámica y estructural de nuestra sociedad, nuestro ecosistema y nuestro organismo. En absoluto es un modelo perfecto y en absoluto habrá semejante cosa: se busca reducir el impacto en el medio y en sus habitantes en la medida de lo posible.

Pregunta: “¿En qué consiste esa ignorancia en la que se mueven estas formas de entender la alimentación?”

De primeras el periodista no goza de demasiada praxis, protocolo y compostura crítica y objetiva que su oficio debería exaltar. Flaco favor hace dirigiendo la opinión pública antes de que la respuesta sea formulada. Los intereses son evidentes.

Lierre Keith dice: “Puedes seguir el régimen durante algunos años sin notar los efectos, pero si insistes, las lesiones acabarán surgiendo.”

¿De qué tipo de lesiones está hablando en concreto? ¿renales? ¿craneoencefálicas? ¿cardiovasculares? El concepto “lesión” aplicado al campo de la nutrición y la bioquímica metabólica no tiene demasiado sentido, como gran parte, sino todo, de lo que dice esta señora. Aún así, de conocer el mecanismo y la dinámica de la patología molecular concreta, y no explicarlo para concienciar y prevenir al público, parece algo egoísta e incluso cruel. Asumo que no es mala persona: asumo que simplemente lo ignora.

Lierre Keith dice: “Tu realidad física, en la que tu cuerpo se va destruyendo, no se corresponde con tu manera de pensar. La realidad es que la mayoría de personas que ha probado a ser vegano ha dejado el régimen. Pocos aguantan más de tres meses, pero nadie habla de eso. Las grandes figuras del veganismo mienten. He visto a gente que se estaba desvaneciendo por su dieta y que acababan yendo a la misma tienda de mariscos donde yo hago la compra.”

Para empezar desconozco cuántas realidades contempla esta señora, pero asumiré que simplemente es ambigua y disfuncional en terminología y concepto. Insisto en que describa el mecanismo, desde el molecular hasta el tisular y sistémico pasando por el celular (cascadas metabólicas y hormonales, secuencias de eventos subcelulares, ejes estímulo-respuesta conservados evolutivamente, etc), para afirmar que una alimentación baja en moléculas pro-inflamatorias, hormonas de estrés, productos de desecho metabólico, antibióticos y señalizadores de muerte celular tienden a “destruir” apocalípticamente el organismo al mismo tiempo que reducen la predisposición a sufrir enfermedades crónicas como cardiovasculares, neurodegenerativas, obesidad, diabetes o cáncer, así como alergias, intolerancias y procesos pro-inflamatorios en general. En cuanto al resto, supongo que tendrá evidencia registrada de lo que dice. Sobre todo la evidencia de que la mayoría de las figuras veganas del momento acuden a comprar marisco al supermercado de su barrio.

Lierre Keith dice: “Nuestra evolución como humanos se dio sobre todo cuando empezamos a comer animales que se alimentan de hierba. De este modo, mientras nuestro cerebro se hizo más grande, nuestro sistema digestivo se redujo.”

Podemos comprobar cómo en pleno siglo XXI la evolución sigue sin terminar de ser comprendida. Sin referencias antropológicas de especie de homínido, no podemos saber en qué momento la especialista en biología considera o no humano a un mamífero bípedo. Podemos imaginarnos cualquier cosa. De un modo u otro podemos decirle a la prolífica señora Keith que el lamarkismo se desestimó por el darwinismo y actualmente por el neodarwinismo hace siglos recién se propuso: comer animales que se alimentan de hierba no tiene ningún tipo de impacto en el individuo, haciéndolo crecer o atrofiar un órgano u otro de forma que, para colmo, sea transmisible generacionalmente. En todo caso, el cocinado de la carne pudo haber hecho innecesaria una dinámica y estructura craneal desarrollada y robusta de músculos risorio, depresor del ángulo de la boca, cigomáticos mayor y menor o temporal. Esto para nada atrofiaría los músculos de individuos concretos: sería un elemento de selección natural donde aquellos individuos con menor desarrollo, pero con el suficiente como para llevar a cabo una masticación funcional, se vieron favorecidos en cuanto a rendimiento y eficiencia energética se refiere. Lo mismo aplicaría al intestino o cualquier otro órgano, que no se vería alterado como órgano de especie porque individuos concretos ejecuten uno u otro comportamiento, sino porque individuos con unas características fenotípicas dadas se vieron selectivamente favorecidos para transferir su genotipo generacionalmente dado un estímulo ambiental o un comportamiento que actúa como agente de selección. La falacia del cerebro más grande por comer carne es algo desestimado no solo desde primaria, sino desde párvulos: la selección positiva tendría lugar en aquellos individuos que mejor supieron integrar el lenguaje articulado más complejo posible, así como la memoria técnica-espacial y la sofisticación neuromotora, la capacidad de seguir rutas migratorias, de establecer referencias de orientación espacial y temporal, de orquestar estrategias de caza y mutilación, elaborar trampas, optimizar y llevar a cabo la especificación de útiles, expandir el arsenal de técnicas y protocolos de actuación para mil y una situaciones en el grupo y, obviamente, la capacidad de transmitir estos conocimientos y enriquecerlos sistemáticamente. Sin caer en el lamarkismo, pues estas dinámicas no hicieron crecer ningún cerebro, un estilo de vida semejante que estimulaba el cerebro de esta manera sólo podía ser llevado a cabo con éxito por los individuos que contaban con la mejor predisposición genética y conductual para integrar las adaptaciones fisiológicas pertinentes, de entre los hijos de los cuales solo los mejor adaptados transferirían dicha predisposición con mayor éxito y frecuencia y así sucesivamente. De esta forma, no sería el consumo de carroña lo que estimuló ni el cerebro ni la selección de cerebros más complejos y de pensamiento cada vez más técnico y abstracto: lo fue el compendio de estrategias teóricas y prácticas en continua optimización, memoria y transmisión para conseguir y hacer más eficiente el consumo de carne.

Lierre Keith dice: “El 25% de nuestra energía va a parar a nuestro cerebro y para que este órgano trabaje como debe necesita grasas y proteínas.”

Esto es categóricamente falso: todo órgano está formado por tejidos que a su vez están formados por células que requieren de fuentes de energía química y fuentes de carbono, pero no necesitan proteínas ni lípidos ni carbohidratos ni ácidos nucleicos. Nuestro cerebro requiere, como el resto de nuestro organismo, de acetil-CoA que incorporar al ciclo de los ácidos tricarboxílicos. En este ciclo metabólico se obtiene poder reductor en forma de NADH y FADH2 con el que llevar electrones a la cadena de transporte electrónico mitocondrial. Finalmente, se logra así producir la energía química mencionada, en forma de ATP, por medio de una ATPasa incorporada a la membrana interna mitocondrial que acopla el paso de protones a favor de gradiente químico hacia la matriz a la fosforilación de una molécula de ADP. El ciclo de los ácidos tricarboxílicos también permite obtener aminoácidos como el alfa ceto glutarato y ácidos como el citrato o el oxalacetato, sirviendo de punto de confluencia multidireccional con metabolismo de carbohidratos, de proteína y de lípidos. Esta fuente de acetil-CoA puede proceder de la b-oxidación de ácidos grasos a acil-CoA y de nuevo a acetil-CoA, de la oxidación de piruvato procedente de la glucólisis o de la descondensación de cuerpos cetónicos como el beta hidroxibutirado en estado de cetosis. Ni siquiera el oxígeno es tan intuitivamente fundamental como lo parece ser a nivel macroscópico: el O2 sólo es un aceptor de los electrones, que se reduce a agua, transportados por el NADH y el FADH2 producidos en el ciclo de los ácidos tricarboxílicos. Tras ser incorporados a la cadena de transporte electrónico donde permiten actuar a los complejos I, III y IV como bomba de protones para generar un contragradiente que la ATPasa también mencionada alivia para producir ATP, los electrones son recibidos por moléculas de O2. Pero ni el cerebro ni nadie necesitan ninguna entidad macromolecular, y menos aún polímeros como la proteína. Como fuente de carbono necesitaría en todo caso cadenas de carbono que pueden proceder de aminoácidos, ácidos grasos o monosacáridos, pero también de moléculas no monoméricas reales como alcoholes como el glicerol y ácidos de cadena corta como el acetato.

Lierre Keith dice: “Con una dieta basada en alimentos de origen vegetal no estás consiguiendo ni grasas ni proteínas. Lo único que tienes es un montón de azúcar. Llámalo carbohidratos complejos, si eso te hace sentir mejor, pera cada molécula de esos carbohidratos acabará convirtiéndose al final en azúcares simples. Así que lo que comes es azúcar, azúcar y más azúcar.”

Esto es categórica e intuitivamente falso. Para empezar, una alimentación vegetariana estricta no se basa en productos de origen vegetal: se basa en productos de origen no animal, por lo que no solo incluye toda la variedad de productos vegetales, sino fúngicos como setas y levadura nutricional, algas como nori o wakame y cianobacterias como spirulina. Quizás empiece a tener sentido que esta señora estuviese enferma por cuestiones nutricionales si solo se alimentaba a base de manzanas y apios. Desconoce, supongo, que las grasas son el formato molecular más frecuente de lípidos en animales, con ácidos grasos fundamentalmente saturados y de consistencia sólida a temperatura ambiente, mientras que los aceites lo son en las especies no animales, con ácidos grasos fundamentalmente insaturados y consistencia líquida a temperatura ambiente. Ignora, obviamente, que el porcentaje de ácidos grasos, ya sea poliinsaturados o saturados, es de hasta 60% en frutos secos y semillas, por no hablar de un 98% en aceites de diversas fuentes vegetales. También están presentes de manera significativa en gran variedad de frutas, legumbres y cereales, revisable con una búsqueda mínima que a Keith parece no serle prioritario a la hora de influir en el hábito de consumo de la población, asumiendo supongo las responsabilidades que eso conlleva. Con las proteínas la señora Keith se deja aún más en evidencia: cereales, frutos secos, semillas y legumbres son las principales fuentes de proteína vegetal en un rango comprendido desde los 8-10g hasta los 23-30g por cada cien gramos. Esto sin contar alimentos no vegetales, donde mencionados como la levadura llega a los 50g e incluso la spirulina a los 67g de proteína por cada cien gramos de alimento. La falta de conocimiento mínimo y la poca importancia que le da a pronunciarse en público sin revisar una base establecida ya como cultura general nos permite entender que esta persona estuviera tan sumamente enferma como consecuencia de su propia falta de atención y responsabilidad con su propia salud. En los alimentos mencionados como fuente de lípidos y proteína, obviamente los carbohidratos no constituyen ni la mitad del porcentaje en masa. De modo que la alimentación vegana no se basa en carbohidratos a menos que se busque de manera intencionada bajo un fin que ignoro. Lo que también ignora la señora es que se puede ser vegan y llevar una dieta Atkins rica en proteína, una cetogénica rica en lípidos, una high carb rica en carbohidratos o un protocolo de ingesta basado en ayunos. Visto lo visto, parece cada vez más incomprensible que le hayan publicado un solo libro. Cosa que resulta dramática a nivel de criterio y profesionalidad editorial, pudiéndose efectuar una reflexión sobre el grado de ignorancia ya no científica, sino culinaria mínima en el mundo occidental. Lo que explica que diferentes páginas diesen difusión a sus palabras.

Lierre Keith dice: “El ser humano ha evolucionado para no comer azúcar. Nuestro cuerpo no lo maneja bien, no tenemos una manera de metabolizarlo que sea saludable.”

Hasta aquí nada relativamente pecaminoso comparado con lo anterior.

Lierre Keith dice: “Si sigues, sin embargo, una dieta con una presencia destacada de grasas y proteLierre Keith dice: “Tus neurotransmisores necesitan las proteínas. Por ejemplo, el cuerpo no produce triptófano por sí mismo. El triptófano es el precursor natural de la serotonina y no hay buenas fuentes vegetales que lo contengan. Solo puedes obtenerlo a través de esas proteínas, por lo que si las eliminas, también eliminas la serotonina.”ínas, el azúcar en sangre se vuelve más estable y el cerebro trabaja mejor.”

Poco ha durado. El azúcar, aparte de ser un término ambiguo, no es un isótopo radiactivo. La estabilidad del azúcar es la misma sin importar la presencia de lípidos y proteínas en la ingesta. No sé si la señora en cuestión quería referirse a los niveles de glucosa en sangre o la tendencia a ciclar de determinados monosacáridos. Su incompetencia terminológica da para mucho sin llegar a ningún lado. La presencia de más o menos ácidos grasos solubles y de aminoácidos en sangre no altera la estructura y dinámica de carbohidratos ni su metabolismo. A la inversa sí: a mayor glucosa en sangre mayor insulina secretada y menor tendencia a metabolizar lípidos como fuente de energía. Del mismo modo al contrario, pudiéndose llegar al estado metabólico y hormonal de cetosis tras un mínimo de 15-18h sin comer, estado en el que se usan los ácidos grasos como fuente de acetil-CoA en el hígado para producir cuerpos cetónicos. El cerebro “trabaja” mejor, efectivamente señora Keith, con menores niveles de “azúcar”, aunque esto es especialmente representativo bajo estados metabólicos absolutos de privación de alimento y cetosis, no por tener una dieta baja en carbohidratos. A menor glucosa menor producción de glutamato, un aminoácido no esencial neurotransmisor responsable de la excitotoxicidad que no solo produce oxidación de membranas y cambios de conformación en proteínas transportadoras y receptores, sino que sus niveles son determinantes a nivel patológico en alteraciones neurológicas importantes desde déficit de atención y hasta epilepsia por ser neurotransmisor de neuronas excitatorias. Casi, pero lamentablemente insuficiente como siempre, tiene razón en un punto. Solo sería relevante esta ingesta de lípidos y proteína con una cetogénica estricta que una dieta convencional, basada en productos de origen animal o no, no puede permitir.

Lierre Keith dice: “Tus neurotransmisores necesitan las proteínas. Por ejemplo, el cuerpo no produce triptófano por sí mismo. El triptófano es el precursor natural de la serotonina y no hay buenas fuentes vegetales que lo contengan. Solo puedes obtenerlo a través de esas proteínas, por lo que si las eliminas, también eliminas la serotonina.”

Volvemos a lo mismo pero aún más rocambolesco. Mis neurotransmisores no necesitan nada porque son aminoácidos y no tienen necesidades. Ni sienten ni padecen. Las proteínas, como flagrantemente ignora, son secuencias concretas de aminoácidos dispuestos en una conformación tridimensional dada a través de enlaces covalentes como los puentes disulfuro y no covalentes como las interacciones electrostáticas e iónicas, adquiriendo una solubilidad dada en medio acuoso en su conformación nativa, aquella en la que dichas proteínas son activas bien estructuralmente, mecánicamente o químicamente. De manera anecdótica, el origen de los aminoácidos en la Tierra es tanto extraterrestre abiótico a través de su diseminación desde meteoritos como terrestre biótico a través de los primeros organismos fijadores de nitrógeno: bacterias y, mucho más adelante, relaciones planta-bacteria (rizobios) en las leguminosas. Lo único que hacemos los animales es, por tanto reciclar aminoácidos ajenos para producir nuestras propias proteínas. Dicho de otra manera: las proteínas terrestres, como entidad macromolecular cuya síntesis tal y como la conocemos requiere de otras proteínas, son todas de origen no animal. Apunte anecdótico a parte, todo organismo necesita aminoácidos para sintetizar sus propias proteínas. De éstos, un cierto número son sintetizados de manera endógena, los no esenciales, y otros son requeridos de obtener por ingesta o aportación exógena, los esenciales. Con estos aminoácidos, cada organismo sintetiza sus propias proteínas en los ribosomas tanto solubles en el citoplasma como en las paredes del retículo citoplasmático de la célula. Pero ningún organismo que consuma materia biológica ajena necesita proteínas, puesto que 1) las proteínas de especies ajenas no son útiles interespecie 2) de serlo sería irrelevante porque no pueden mantener su conformación activa tras la actuación de cambios bruscos de pH y de enzimas proteolíticas y 3) porque tampoco podrían, en animales, atravesar las vellosidades intestinales e ingresar al torrente sanguíneo debido a que 4) no hay transportadores de proteínas, sino de aminoácidos y 5) inducirían una hiperproteinemia en sangre que, aparte de desencadenar una respuesta alérgica letal al tratarse de proteínas no solo no propias de la sangre sino exógenas, podrían llegar a producir cuerpos precipitados, puesto que no todas las proteínas serían solubles en las condiciones químicas de la sangre, induciendo obstrucciones del flujo sanguíneo y con ello isquemias e infartos. Parece que la forma de incorporar aminoácidos a las células desde las proteínas de la ingesta, en cuanto a secuencia de eventos, es la que es y no otra por varios motivos claros. Volviendo al drama existencial de la vida de los neurotransmisores que necesitan proteínas, éstos son aminoácidos como el glutamato, la glicina o el GABBA, ésteres como la acetilcolina o moléculas inorgánicas como el óxido nítrico NO. La serotonina, un neurotransmisor del grupo de adrenérgicos y en concreto de las indolaminas como la metionina, se sintetiza en neuronas serotoninérgicas a partir del 5-hidroxitriptófano, que a su vez es una modificación del triptófano, aminoácido ciertamente esencial, a través de la actuación enzimática secuencial de una hidrolasa y una descarboxilasa. Hasta aquí Keith no está equivocada. Pero de nuevo vuelve a fuego para continuar en su línea de incompetencia a fin de no decepcionar al espectador. Si bien el triptófano es un aminoácido esencial, decir que las fuentes vegetales no son suficientes o inaccesibles es no solo tosco y bruto, sino falso. De entre las fuentes no animales de triptófano caben destacar frutas como el plátano, la piña, el aguacate o la ciruela; frutos secos como las almendras, las nueces, los dátiles, los pistachos o los anacardos; cereales integrales como el arroz y la avena; verduras y raíces como los berros, las espinacas, la remolacha, el brócoli o la zanahoria; semillas como de sésamo, de girasol o de calabaza, legumbres como los garbanzos, las habas y las lentejas; y microorganismos como la levadura de cerveza y la cianobacteria spirulina. O una de dos, o la señora Keith ignoraba todos estos alimentos y por ello estaba enferma y moribunda, o simplemente no ha hecho un mínimo de revisión en cualquier fuente de nutrición y metabolismo. De necesitar 1000-1500mg de triptófano al día, 100g de soja, de pistachos, de alubias, de almendras y de lentejas aportan hasta 1600mg. Sobran los comentarios.

Lierre Keith dice: “La soja no es realmente un alimento. Los humanos no la digerimos bien, a no ser que se utilice como condimento fermentado, que es como se toma en Japón. ¿Emplearla como fuente de proteínas? Nadie en la historia de la humanidad lo ha hecho nunca.”

La carroña no es realmente un alimento, al igual que los huevos. Le leche de vaca tampoco es un alimento para humanos y menos aún tras el periodo de lactancia, pues para colmo produce intolerancias y alergias en el 75% de la población del planeta. Su criterio no parece ser esgrimido, para sorpresa de nadie, con demasiada estrategia. De un modo u otro, la población caucásica tolera el trigo sin problemas digestivos representativos exceptuando celíacos, mientras la oriental lo hace de igual manera con la soja. Señalar que la civilización china lleva más de 5.000 años alimentándose de soja. Pero según Keith a nadie se le ha ocurrido nunca usarla como alimento. Decir que los humanos no la digerimos bien es nuevamente, aparte de etnocéntrico occidentalista, falso. Aunque puede estar tranquila: la soja no es la base nutricional de ningún vegano y ni siquiera todos los veganos la consumen. Huele a la legua que esta señora no sabe mucho de veganismo ni se ha movido demasiado en círculos veganos. Sobre los antinutrientes también dice medias verdades y mentiras enteras. Son mecanismos moleculares desarrollados por especies fundamentalmente vegetales que inhiben la actuación de enzimas o dificultan la absorción de minerales por parte de sus ingestantes. Ahora bien y como bien dice Keith, llevamos 10.000 años de actividad agrícola y, de un modo u otro, de domesticación y selección artificial de especies de consumo. No sólo hemos seleccionado aquellos organismos de cada especie que menos problemas puedan ocasionarnos y más beneficios puedan aportarnos, sino que gozamos de una técnica primitiva pero relativamente eficiente denominada cocción. Por no hablar del uso de microorganismos para efectuar procesos fermentativos. No obstante, no todos los antinutrientes son “armas químicas” como fantasea la señora, pues moléculas como los isoflavonoides y los polifenoles tienen efectos antioxidantes y antiinflamatorios en nuestro organismo. Por esa regla de tres, habría que erradicar el consumo de vino y aceitunas y dudo mucho que esto tenga gran acogida en un país como desde el que le escribimos. Los antinutrientes de cereales, frutos secos y legumbres son retirados, como veo que ignora, al contacto con el agua: la actividad de agua del medio es un indicador de germinación. De esta forma, no solo se dejan de producir antinutrientes, sino que se limpia el alimento de éstos al eliminar el agua en los que han sido hidratados. Le comunicamos que puede estar tranquila desde hace miles de años. Sospechosamente, le vemos poco activa y preocupada a la hora de comunicar los problemas de salud que los productos de origen animal pueden ocasionar a la salud o cómo de adaptados estamos los seres humanos como especie para depredar animales y procesar sus tejidos. Espero leerlo algún día. Aunque con un poco más de base, rigor y decencia.

Lierre Keith dice: “Algunos de los problemas de salud que arrastraba mejoraron, otros se solucionaron por completo, como mi depresión, o los que afectaban a mis órganos reproductivos. Tenía una piel tan seca que dolía. En cuanto incorporé la grasa animal a mi dieta pude, por fin, doblar mis hombros y mis rodillas sin que aquello fuera un calvario.”

Es intrigante que Keith hable de aminoácidos esenciales, pero no de ácidos grasos esenciales. Lo importante en todo esto es la relación entre ácidos grasos de la ingesta, pues unos u otros tienen un impacto claro en el perfil pro o antiinflamatorio del organismo y el balance final del efecto neto de la actuación de prostaglandinas, tromboxanos y leucotrienos vendrá dado por este balance de ingesta. Alimentos ricos en omega-6 se asocian con un aumento en la incidencia de las enfermedades inflamatorias como las cardiovasculares, el cáncer, la diabetes, la obesidad, enfermedades autoinmunes, así como asma y depresión. Nuestros ancestros consumían aproximadamente unas proporciones de omega3:omega6 de 1:1 o 1:2 respectivamente. La dieta estándar actual, en promedio, tiende a una proporción 1:15 o incluso 1:30, bastante común en Estados Unidos y Argentina, países ampliamente conocidos por su elevado consumo de productos de origen animal y de carne en concreto. En cambio, las recomendaciones oficiales apuntan a que la relación correcta entre debería ser de 1:5 o inferior. Esto podría ser preocupante para las personas que consumen grandes cantidades de productos animales como carne, embutidos y lácteos de producción intensiva, así como de altos niveles de aceite de girasol y procesados de soja. Keith se recuperó milagrosamente de afecciones inflamatorias retirando el consumo de ácidos grasos poliinsaturados antiinflamatorios (frutos secos, semillas, aceites, frutas y verduras) y sustituyéndolo por el de ácidos grasos saturados proinflamatorios (sebo de animales muertos). Sin comentarios de nuevo.

Lierre Keith dice: “Al final de mi etapa como vegana, mi columna vertebral estaba destrozada -ya tenía espondiolosis con dieciocho años, un instante de la vida en que debería haber estado con el máximo de energía-, así me que me pasaba la vida tirada en el sofá. Ahora puedo caminar durante al menos media hora.”

Esta historia, si bien es fantástica en todos los sentidos de la palabra, resulta un tanto sospechosa: una dieta vegetariana estricta no produce espondilosis (no espondiolosis), sino que lo produce el envejecimiento, las posiciones sostenida durante largos periodos de tiempo y los malos hábitos posturales, los ejercicios de alto impacto en la columna que dudo que haya realizado nunca y ciertas anomalías genéticas que afectan al metabolismo y estructura ósea de la columna. Y como no es necesario un máster para saber que un hábito de vida sedentario obviamente trae problemas graves de movilidad y fuerza física, su estado de salud y funcionalidad se veían recíprocamente afectados por cuestiones que difieren ampliamente de la alimentación. Invitamos a la señora Keith a que utilice el tren inferior de su cuerpo para algo más que para calentar el sofá si tan mejor se encuentra después de comer bacon y tortilla con un vaso de leche. No obstante, efectuar una búsqueda mínima bibliográfica tanto de consulta como de revisión no requiere de una dinámica locomotora atlética y es algo que podría haber hecho sin moverse del sofá evitando así tal ingente ridículo. Si ha podido escribir un libro, también pudo haberse informado sobre lo que implica y requiere de hacerlo con criterio. También le invitamos a activar su detección de mentiras no sólo para los veganos que van a comprar marisco al supermercado de su barrio, sino con ella misma, y efectuar una mínima autocrítica sobre el grado y dedicación de formación y preparación en su discurso, así como la responsabilidad que ha tenido como agente en su disfuncional estructura y dinámica como ser humano.

3. MEDIO AMBIENTE

La señora Keith afirma que “la agricultura es la práctica humana más destructiva”. Sin embargo, cualquier persona mínimamente formada en el tema sabe que la agricultura es una de las formas más demandantes de recursos tanto hídricos como de área de cultivo. Y la demanda reciente y actual lleva a una deforestación masiva de terreno boscoso, como es el caso de la selva del Amazonas. En cualquier caso y como bien dice esta señora, ha sido un grave problema desde hace miles de años: miles de años en los que el motivo no ha sido una demanda de biomasa vegetal para consumo humano vegano, sino de biomasa vegetal para cebado de animales para consumo humano no vegano, incluyendo terreno de pastoreo para ganadería extensiva. De modo que empezamos pronto y mal: el impacto de la agricultura hasta el día de hoy no se debe ni histórica ni económicamente a la población vegana, sino a la población no vegana. Para más inri, desconozco el grado de intuición de la señora en cuestión, cuando considero evidente que animales de más de 400kg consumen mayor biomasa vegetal que animales de 60-80kg. Efectivamente, usar 16kg de cereal y 10.000L de agua para producir 1kg de carne de vacuno resulta bochornosamente ineficiente. Considere esas cantidades para abastecer a la población general. No basta con saber que la agricultura daña el ecosistema: hay que aplicar cuál es la principal demanda y cuál el principal consumo de dicha producción. Países como Guatemala y Etiopía tienen altas tasas de malnutrición infantil, pero son de los principales exportadores de cereal de su región: los recursos agrícolas van destinados a cebar animales en occidente para consumo occidental americano y europeo.

En efecto, la agricultura es una actividad que fuerza el suelo y puede llegar a agotar la capacidad de un terreno para dar alimentos. Además, para crear campos de cultivos es necesario arrasar espacios salvajes. Sin embargo, esta práctica es necesaria para la subsistencia humana, puesto que de los alimentos vegetales obtenemos todos los nutrientes que nuestro organismo necesita. Debemos cultivar para sobrevivir. También es cierto que el actual modelo de agricultura industrial está devastando amplias zonas vitales para la supervivencia del ecosistema mundial, como por ejemplo la Amazonia. Pero la señora Keith está obviando, por ignorancia o por mala fe (o ambas cosas), y queremos reiterarlo, que la mayor parte de la agricultura mundial, actualmente, no se destina a consumo humano, sino a la fabricación de piensos para alimentar a los animales explotados en ganaderías. Es la llamada “agricultura animal”, cuya devastación medioambiental es extremadamente agresiva. Por ese motivo, muchas entidades ecologistas señalan que, para poder preservar el medio ambiente, es necesario que la población mundial consuma menos alimentos de origen animal y base su dieta en productos de origen vegetal. Por supuesto, ofrecemos nuestras fuentes de información (algo que la señora Keith no hace en ningún momento). Cabe recordar que los piensos ganaderos se fabrican, fundamentalmente, con soja centroamericana y con cereales africanos, y que debido a esto, la producción de carne está íntimamente ligada a las hambrunas que se dan en países pobres (cuestión que la señora Keith parece desconocer, o bien que obvia deliberadamente, y que desarrollaremos más adelante).

Actualmente, la ganadería (tanto por el gasto en recursos del mantenimiento del ganado como por la ya mencionada agricultura animal) está provocando la saturación de las tierras y el agotamiento de los recursos hídricos del planeta (https://www.worldwatch.org/peak-meat-production-strains-land-and-water-resources-1 y https://academic.oup.com/bioscience/article/54/10/909/230205), puesto que el gasto en agua sólo para producir vegetales para consumo humano es menor que el gasto en agua para producir vegetales que alimenten el ganado, además del agua que debe consumir ese ganado. También está afectando seriamente a la biodiversidad: la ganadería es la principal responsable de la extinción de especies silvestres (https://www.sciencemag.org/news/2015/08/meat-eaters-may-speed-worldwide-species-extinction-study-warns). ¿Seguimos? La ganadería también emite más cantidad de gases de efecto invernadero que los transportes (https://www.fao.org/newsroom/en/news/2006/1000448/index.html), puesto que además de todo lo emitido por la agricultura animal, hay que sumarle el metano que produce el ganado.

La práctica ganadera es, además, la principal causa de la destrucción de la Amazonia (https://archivo-es.greenpeace.org/espana/es/reports/impacto-de-la-ganader-a-en-la-2/), no sólo porque requiere enormes hectáreas para pasturaje, sino porque la mayoría de piensos ganaderos se fabrican, entre otras cosas, con soja cultivada en esa zona del planeta. La señora Keith llegó a afirmar que la soja se cultiva para las personas veganas. No entendemos cómo tantas personas pueden tomarse en serio a alguien que afirma tales barbaridades. No hay tanta gente vegana como para tener que cultivar soja arrasando la Amazonia. ¿De verdad la señora Keith no ve que eso no cuadra por ningún lado? Suponiendo que la soja se produjese específicamente para el colectivo vegano….¿abastecer de soja a menos de un 1% de la población mundial requeriría deforestar la Amazonia? Señora Keith: ¿tan ignorante cree que es su público?

Por todo ello, adoptar una dieta pobre en alimentos animales (y, por lo tanto, en mayor medida una totalmente libre de ellos) es beneficioso para el medio ambiente, ya que ahorramos agua, liberamos tierra cultivable, reducimos la emisión de gases de efecto invernadero (metano, CO2, óxido nitroso, amoniaco, etc.), y la generación de residuos (como los purines, que contaminan las reservas de agua potable), etc: https://link.springer.com/article/10.1007/s10584-008-9534-6, https://www.nature.com/articles/ncomms11382, https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24898222.

En conclusión, seguir una alimentación vegetariana estricta es perfectamente sostenible y, además, es más beneficiosa para el medio ambiente que las actuales dietas ricas en productos animales, puesto que requiere de menos agua, menos tierra cultivada, emite menos gases de efecto invernadero y genera menos residuos (está exenta de purines). Según un reciente estudio (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5522483/) , abandonando la carne, los lácteos y loa huevos, disminuimos nuestras emisiones de CO2 diarios de 4 kg a 2,25 kg, el agua consumida diariamente de 3,1 kl a 2,1 kl, y reducimos la tierra cultivable explotada diariamente de 25 m2 a 15 m2. Repetimos: esto diariamente. Imaginémonos anualmente.

Incluso la ganadería extensiva, al estar dedicada a abastecer el mercado, es una de las causas principales de degradación ambiental, puesto que necesita una enorme extensión de tierra para mantener una productividad adecuada (https://es.mongabay.com/2017/01/la-ganaderia-extensiva-esta-acabando-los-bosques-colombia/). De todos modos, aunque existiese algún modelo de ganadería hipotéticamente sostenible medioambientalmente, seguiría siendo éticamente inaceptable, porque la ganadería nunca es ética, lo hemos explicado antes. Una alimentación vegetariana estricta es ética y sostenible, y ésa debe ser la opción alimenticia que una persona debe elegir si quiere ser congruente con la Ética.

4. JUSTICIA SOCIAL Y HAMBRE

En el punto anterior ya demostramos que el impacto ecológico de una alimentación vegetariana estricta es muchísimo menor que el impacto ecológico de una alimentación no vegetariana. Asimismo, la alimentación vegetariana es muchísimo más eficiente. Ya en 1965, se publicó el libro «Proteins: Their Chemistry and Politics”, en el que el Dr. Aaron M. Altschul señaló que, en unidades calóricas por hectárea, una alimentación a base de cereales, verduras y legumbres puede alimentar a un número de humanos veinte veces mayor que una alimentación a base de carne. Por lo tanto, adoptar una alimentación vegetariana estricta es necesaria para reducir los daños y el agotamiento del medio ambiente, del cual dependen para subsistir los humanos más pobres, y ciertamente todos nosotros.

La señora Keith dice en su entrevista que “Los veganos te ofrecen un modelo perfecto: basta cambiar un factor tan elemental como la dieta y solucionaremos los problemas de aquellos que mueren de inanición”… Si alguien está muriendo de inanición ¿la señora Keith no ve que ese es el problema de esa persona? ¿a qué otros problemas se refiere?… Existen humanos que mueren de inanición porque no tienen dinero para comprar suficiente comida, ni propiedades para intercambiarlas por ésta. Por lo tanto el origen del hambre es económico y, consecuentemente, es un problema político; tanto de la política de esos países empobrecidos, como de las políticas de la comunidad internacional. La Política son normas sociales que deben estar basadas en la Ética, sí, esa Ética que la señora Keith y la mayoría de la sociedad rechazan. Por esta razón no se hacen políticas efectivas contra el hambre, sino efectivas para el beneficio económico de unos pocos, por eso se permite que “mueran” (realmente son asesinados) humanos por omisión, cuyas vidas a muchos les importan tanto como les importan las vidas de los animales no humanos que son víctimas del consumo: nada.

Las sociedades humanas actuales dan prioridad a la alimentación de los animales explotados en las granjas, sobre la alimentación de los humanos pobres que mueren de hambre. Esto ocurre por una pura cuestión de beneficio económico, pues ese es el que rige las sociedades liberales y a su sistema económico capitalista.

Pero es muy importante darse cuenta de que el problema del hambre no es sólo económico, sino también de disponibilidad de recursos. De nada sirve tener dinero si no hay suficiente para todos… Vivimos en un mundo con unos recursos finitos y que dependen del clima. Cuando la oferta de una materia prima escasea, los precios de ésta se disparan y sólo los más pudientes pueden comprarla. Esto mismo es lo que ocurre con los precios de los cereales y de la soja.

En el punto anterior ya demostramos que la razón del elevado consumo de cereales y de soja es la producción de piensos para alimentar a los miles de millones de animales que son explotados para producir carne, leche y huevos. El problema de la elevada demanda de cereales y de soja se complica con la especulación de los precios de estas materias primas y se convierte en catástrofe humanitaria cuando llega una sequía, pues se reduce la oferta y entonces los precios de los alimentos suben aún mucho más. La consecuencia de esto es que los humanos más pobres no tienen suficiente dinero para comprar la cantidad de cereal que necesitan para sobrevivir y por lo tanto “mueren” de hambre. Entonces en la televisión nos “informan” de las “hambrunas” que hay en África, como si el consumo de carne en los países ricos no tuviera nada que ver con eso. Como es lógico, este problema se reduciría enormemente si se adoptara masivamente una alimentación vegetariana estricta, pues habría mucha menos demanda de cereales, por lo que los precios bajarían mucho y ya no sería tan fácil especular con ellos. Nada de esto cuenta la señora Keith en su entrevista.

En el año 2002, el economista Jeremy Rifkin en un artículo titulado “Ante una auténtica crisis alimentaria global” nos advertía de que los hábitos alimenticios de Occidente (basados en alimentos de origen animal) eran una de las causas de las terribles hambrunas africanas. La tierra de África es trabajada por africanos, pero es propiedad de empresas multinacionales occidentales, que son las que venden todas esas toneladas de grano etíope, mozambiqueño, etc. a otras empresas para que fabriquen el pienso destinado a engordar los animales que se explotan y matan en los países ricos para producir carne (destinada a esos países ricos; no a los pobres). Nos decía el propio Rifkin: “Es terrible que un 80% de los niños hambrientos en el mundo vivan en países con excedentes alimentarios, la mayoría en forma de piensos para animales que, a su vez, sólo serán consumidos por los más ricos”. Por esta misma razón, Phillip Wollen afirmó en uno de sus mejores discursos que “comer carne es dar una bofetada en la cara de un niño africano hambriento”.

Al final de la entrevista, la señora Keith reconoce que “El problema real es que, quizás, somos demasiados seres humanos” y que eso llevará a la civilización humana al colapso. Estamos de acuerdo en que la población humana debería ser muchísimo menor que los 7623 millones de humanos (y creciendo) que existen en la fecha en la que se publica el presente artículo, pero ese es otro problema que podemos abordar en otra ocasión. Lo cierto es que existen demasiados humanos y por lo tanto, mientras buscamos una solución para eso, estos deben producir el menor impacto posible en el medio ambiente para así perjudicar lo menos posible a los demás. Ya vimos que, en lo referente a la alimentación, el menor impacto medioambiental se consigue mediante una alimentación vegetariana estricta, que es la única propuesta realista y ética.

No hace tantos años, en junio de 2010, el periódico “The Guardian” publicó un artículo titulado “UN urges global move to meat and dairy-free diet” en que el que se advertía de que “un cambio global hacia una dieta vegana es vital para salvar al mundo del hambre, la escasez de combustible y los peores impactos del cambio climático”. El artículo hace referencia a un informe de la ONU titulado “Assessing the environmental impacts of consumption And production. Priority Products and Materials”, publicado ese mismo año. Dicho informe de la ONU nos advierte de que “Se espera que los impactos de la agricultura aumentarán sustancialmente debido al crecimiento de la población y al creciente consumo de productos de origen animal. A diferencia de los combustibles fósiles, es difícil buscar alternativas: la gente tiene que comer. Una reducción sustancial de los impactos sólo sería posible mediante un cambio sustancial en la alimentación en todo el mundo, lejos de los productos de origen animal”. La conclusión es clara: el consumo de productos de origen animal aumenta el impacto negativo de la agricultura. La solución también es clara: debemos dejar de consumir productos de origen animal para reducir dicho impacto. Tome nota, señora Keith, y deje de ser una irresponsable.

Quien esté interesado en la relación carne-hambre puede encontrar más datos en el artículo “El veganismo no ayuda a reducir la pobreza”, que es actualizado periódicamente.

Referencias sobre la relación entre el consumo de carne y el hambre:

UNEP (2010) “Assessing the environmental impacts of consumption And production. Priority Products and Materials”, A Report of the Working Group on the Environmental Impacts of Products and Materials to the International Panel for Sustainable Resource Management. Hertwich, E., van der Voet, E., Suh, S., Tukker, A., Huijbregts M., Kazmierczyk, P., Lenzen, M., McNeely, J., Moriguchi, Y.
https://www.resourcepanel.org/reports/assessing-environmental-impacts-consumption-and-production
“UN urges global move to meat and dairy-free diet”, The Guardian, 2 jun, 2010.
https://www.theguardian.com/environment/2010/jun/02/un-report-meat-free-diet
“Proteins: Their Chemistry and Politics”, Altschul, Aaron M., 1965.
https://www.springer.com/la/book/9781504124911

ANEXO: ESTUDIOS CIENTÍFICOS SOBRE NUTRICIÓN

La señora Keith da a entender, en sus entrevistas, que todos los estudios que avalan que una alimentación vegetariana estricta es compatible con un estado de salud óptimo, en realidad no dicen eso, sino que la gente que así lo ha entendido, es que no sabe leer dichos estudios debido a una falta de “formación científica” (y lo dice como si ella tuviese alguna). Dice que el abstract no suele coincidir con las conclusiones. Con esto está diciendo dos cosas: 1) que los autores y autoras de esos estudios no saben hacer resúmenes de sus propios estudios (eso es el abstract: un resumen de la hipótesis, metodología y resultados), y 2) que sólo ella sabe leer esos estudios y el resto de personas somos idiotas. Bien, aquí consignamos algunos de esos estudios con fragmentos que son bastante claros. Si alguien quiere leer los estudios completos, tiene las citaciones correspondientes. Después de una atenta lectura, es fácilmente deducible que el problema no es que la gente no sepa leer los estudios, sino que la señora Keith no ha leído absolutamente ningún estudio. Los estudios son abundantes y, contrariamente a lo que afirma falazmente Keith, son muy claros e inequívocos.

Además de los estudios, tenemos las declaraciones públicas de asociaciones de nutricionistas profesionales de todo el mundo que, a raíz de los estudios y de la evidencia existente, han declarado públicamente que la alimentación vegetariana estricta (conocida como “alimentación vegana”) es apropiada para todas las etapas de la vida, e incluso satisface las necesidades de los deportistas profesionales. Entre ellas podemos nombrar a la Academia de Nutrición y Dietética de EEUU (fundada en Cleveland, Ohio, en 1917, y con más de 67.000 miembros), el Departamento de Agricultura de los EEUU (USDA), la Asociación de Dietistas de Canadá, la Asociación Dietética de Nueva Zelanda, la Fundación Mundial para la Investigación del Cáncer, el Instituto Americano para la Investigación del Cáncer, la Academia Americana de Pediatría, la Federación Española de Dietistas-Nutricionistas (antes Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas), el Comité de Médicos por una Medicina Responsable (PCRM), la Organización Mundial de la Salud (OMS), El Ministerio de Salud de Chile (MINSAL), etc. Todas ellas coinciden en que una dieta vegetariana estricta equilibrada puede ser óptima para cualquier estadio del ciclo vital humano.

«Las dietas vegetarianas (vegana incluída) planeadas de manera apropiada son sanas, nutricionalmente adecuadas y pueden aportar beneficios para la prevención y el tratamiento de ciertas enfermedades. Estas dietas son apropiadas para todas las etapas de la vida, incluyendo el embarazo, lactancia, niñez, pubertad, adolescencia y la tercera edad. También para atletas. Las dietas basadas en vegetales son más sostenibles medioambientalmente que las dietas ricas en productos de origen animal porque consumen menos recursos naturales y causan un impacto medioambiental mucho menor». —»Position of the Academy of Nutrition and Dietetics: Vegetarian Diets» (2016)
( https://jandonline.org/article/S2212-2672%2816%2931192-3/fulltext )

Existen miles de estudios que respaldan la alimentación vegetariana estricta, pero a continuación sólo vamos a enumerar algunos de ellos:

Clarys, Deliens et al, Comparison of nutritional quality of the vegan, vegetarian, semi-vegetarian, pesco-vegetarian and omnivorous diet, Nutrients, 2014, Mar; 6(3): 1328-1332 ( https://www.mdpi.com/2072-6643/6/3/1318 )

«In conclusion, results concerning body weight, nutritional intake, nutritional quality and quantity (…) indicated that consistently the vegan diet is the most healthy one».

Messina and Mangels, Considerations in planning vegan diets: children, J Am Diet Assoc 2001 Jan: 109 (6): 661-9 ( https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/11424545 )

«With appropiated food choices, vegan diets can be adequate for children at all ages».

Deckers, Might a vegan diet be healthy or even healthier?, Ubiquity Press, 2016 ( https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK396513/ )

“Vegan diets can be nutritionally adequate”.

Sanders, The nutritional adequacy of plant-based diets, Proc Nutr Soc, 1999 May; 58 (2): 265-9 ( https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/10466165 )

“Well balanced vegetarian diets are able to support normal growth and development. It is concluded that meat is an optional rather than an essential constituent of human diets”.

Dwyer, Convergence of plant-rich and plant-only diets, J Am J Clin Nutr 1999, Sep 70 (3 suppl) 6205-6225 ( https://academic.oup.com/ajcn/article/70/3/620s/4715037 )

“The panel concluded that evidence for a convergence of scientific opinion on the safety and healthfulness of plant-only diets that are appropiatelly planned to meet all the nutrient requeriments is considerable”.

Estudios sobre los efectos positivos de la soja en la salud humana:

Messina, Soy and Health Update: Evaluation of the Clinical and Epidemiologic Literature, Nutrients, 2016, Nov 24 ( https://dx.doi.org/10.3390%2Fnu8120754 )

“Concerns that the estrogen-like properties of isoflavones produce untoward effects in some subpopulations, such as postmenopausal women, are not supported by the clinical and epidemiologic research. Evidence indicates soyfoods can be safely consumed by all individuals except those who are allergic to soy protein, which is relatively uncommon in comparison to the number of individuals allergic to many other commonly-consumed foods”.

Estudios sobre proteínas vegetales:

Marsh, Munn and Baines, Protein and vegetarian diets, Med J Aust. 2013 Aug 19;199(4 Suppl):S7-S10 ( https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/25369930 )

“A vegetarian diet can easily meet human dietary protein requirements as long as energy needs are met and a variety of foods are eaten. Vegetarians should obtain protein from a variety of plant sources, including legumes, soy products, grains, nuts and seeds”.

Hoffman, Falvo, Protein – Which is Best?, J Sports Sci Med, 2004 Sep; 3(3): 118–130. ( https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3905294/ )

“Vegetable proteins, when combined to provide for all of the essential amino acids, provide an excellent source for protein considering that they will likely result in a reduction in the intake of saturated fat and cholesterol”.

“The potential health concerns associated with a diet of protein consumed primarily from animal sources should be acknowledged. With a proper combination of sources, vegetable proteins may provide similar benefits as protein from animal sources”.

En cuanto a los carbohidratos, basta con echar un vistazo al Plato Saludable que la Escuela de Salud Pública de Harvard publicó en sustitución de la tradicional pirámide alimenticia de 1992. En dicho plato (y el texto que lo acompaña) se expresa claramente que los granos enteros aportan carbohidratos beneficiosos: https://www.hsph.harvard.edu/nutritionsource/healthy-eating-plate/

Por último, la señora Keith afirma que «una dieta libre de productos animales elimina las grasas de la dieta». Esta burda mentira no solamente obvia el alto contenido en lípidos de muchos productos vegetales (frutos secos, algunas frutas como el aguacate, legumbres, aceites vegetales, etc), sino que ignora totalmente la capacidad del organismo de convertir unos ácidos grasos en otros. Por ello, la gente vegana obtiene, incluso, los ácidos grasos EPA y DHA que están ausentes de los alimentos de origen vegetal, pero que nuestro propio organismo los deriva por elongación y desaturación del ALA, ácido graso Omega-3 con alta presencia en los vegetales. Por ello, una dieta libre de productos animales no afectará negativamente a nuestra salud por déficit de DHA (ni de EPA, puesto que éste es necesario para obtener por reconversión endógena el DHA). Esto lo corrobora el siguiente estudio:

Sanders, DHA status in vegetarians, Nutritional Sciences Division (TABS), King’s College London, 2009 (https://www.plefa.com/article/S0952-3278(09)00086-6/fulltext)

“There is no evidence of adverse effects on health or cognitive function with lower DHA intake in vegetarians”.

Es más. Si leemos un libro de bioquímica, veremos que el metabolismo de los carbohidratos en la dieta promueve, precisamente, una optimización de la biosíntesis de ácidos grasos y la reconversión de unos a otros:

“Los carbohidratos de la dieta, tanto por la estimulación de la secreción de insulina como por su derivación hacia la vía de las pentosas, promueven el aumento de la capacidad de síntesis y modificación de ácidos grasos, vías por las que el excedente de glucosa se convertirá en ácidos grasos”. (Herrera et al, Bioquímica básica, 2014, Ed. Elsevier, BCN. Página 200)

Como podemos ver, la ciencia no solamente avala la plena validez de una dieta libre de productos de origen animal, sino que además contradice todo lo que afirma la señora Keith en sus declaraciones. Sería bueno que la señora Keith recibiese esa formación científica de la que acusa a los demás de carecer. Sus seguidores y seguidoras lo agradecerían, igual que la reputación de la propia señora Keith.

Los autores de la respuesta a Lierre Keith por la entrevista «La mayoría de veganos lo deja y los que insisten hacen trampas» son:

Jay Silvey, graduado en bioquímica y especializado en biotecnología. (Salud)
David Díaz, autor de respuestasveganas.org (Ética y Justicia Social)
Marc Barqué, responsable de comunicación y prensa de ¿Serás su voz? (Medio Ambiente)

De regalo el vídeo Shaolin Kung Fu (exploding the meat myth), que desmonta el «El Mito de la Carne»:

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10 Comments

  1. Axahel López 17 septiembre, 2021
    • David Díaz 19 octubre, 2021
  2. claudia 3 enero, 2021
    • David Díaz 3 enero, 2021
  3. Daina 2 septiembre, 2019
    • David Díaz 2 septiembre, 2019
    • Daina 3 septiembre, 2019
    • David Díaz 3 septiembre, 2019
  4. Juan 2 julio, 2019
    • David Díaz 5 julio, 2019

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