ARGUMENTO: “Debemos experimentar con animales no humanos”

RESUMEN: ¿Qué efectividad tienen los experimentos con animales? ¿deben prohibirse los experimentos con animales? Éstas son algunas de las preguntas a las que aquí vamos a responder.

El debate sobre la experimentación animal es complejo, pues está compuesto por varios subdebates: cosmovisión, marco normativo y método científico. Como se ha explicado en otros debates, se debe partir desde el sensocentrismo y con un marco normativo consecuencialista. El error científico esencial de la experimentación con animales no humanos es creer que si un fármaco funciona con ellos entonces funcionará con los humanos, y que si un fármaco no funciona con animales no humanos entonces descartarlo por suponer que no funcionará con humanos. La multinacionales farmaceúticas experimentan con animales no humanos para tener una supuesta base «científica» mediante la cual poder defenderse de las frecuentes demandas por fármacos dañinos; así siempre podrán decir «lo experimentamos en ratones y a estos no les ocurrió nada». Según Peter Gøtzsche, profesor de medicina y farmacología clínica de la
Universidad de Copenhague, las farmacéuticas actúan como una mafia, priorizando la obtención de beneficios económicos y denuncia el gran número de muertes debidas a efectos adversos de los medicamentos, así como lo denuncian cada vez más científicos.

Palabras clave: ensayo clínico, experimentación animal, Ética, fármaco, iatrogenia, medicamento, principio activo



La experimentación con animales no humanos, también llamada «vivisección», es un conjunto de prácticas en las que se utiliza los cuerpos de quienes no son humanos para estudios científicos en diferentes ámbitos (cosmética, medicina, psicología, militar, etc), como ha sido descrito en otro lugar[1]. En el presente artículo se analizará si deben o no deben realizarse dichos experimentos.

▼▲ Mostrar/Ocultar Historia del movimiento antiviviseccionista

El debate sobre experimentación animal tiene tres bloques dependientes unos de otros. El debate sobre la experimentación animal es complejo, pues está compuesto por varios subdebates que hacen más complicado el desarrollo de los razonamientos:

(a) Primeramente está el debate sobre la cosmovisión ética o consideración ética hacia quien no es humano, pues digamos que el 99% de los defensores de la experimentación con animales no humanos no son sensocentristas[2], sino antropocentristas: dicen que «es éticamente correcto experimentar con quienes no son humanos porque no son humanos» y que «es éticamente incorrecto experimentar con humanos porque son humanos». Los antropocentristas ya están rebatidos en un debate previo[3]. Algunos antropocentristas dicen que «quienes se oponen a que se experimente con animales no humanos para sacar nuevos fármacos no deben usar fármacos», pero los antropocentristas no tienen en cuenta que un sensocentrista también puede seguir un marco normativo consecuencialista, que es lo que se explica a continuación.

(b) La segunda cuestión a tener en cuenta es el marco normativo desde el que se parte pues, independientemente de que alguien sea antropocentrista o sensocentrista, hay varios: deontologismo, consecuencialismo, ética de la virtud, etc. Los antropocentristas suelen ser «deontologistas» (dicen que «en ningún caso se debe experimentar con humanos»), pero aparentan ser consecuencialistas cuando hablan de no humanos (dicen que «se debe experimentar con no humanos para salvar vidas humanas»). También hay sensocentristas «deontologistas», estos se oponen a la experimentación no consentida en cualquier caso, pero como hemos explicado en otro debate previo, el único marco normativo correcto es el consecuencialismo, el cual nos lleva a la conclusión de que un fin justo justifica los medios si se estima que usar dichos medios tendrá mejores consecuencias a largo plazo que si no se usan[4]. Por lo tanto, si estimamos que no consumir un medicamento tendría peores consecuencias que consumirlo entonces deberemos consumirlo aunque beneficiemos a los explotadores. No consumir un medicamento puede tener como consecuencia perjudicar/eliminar a dicha persona para hacer activismo vegano y afectaría muy
negativamente a la imagen del movimiento por los derechos animales. Por ejemplo, Peter Singer en su libro «Liberación Animal» dice lo siguiente sobre experimentación y consecuencialismo:

▼▲ Mostrar/Ocultar Postura consecuencialista de Peter Singer sobre experimentación

(c) Por último está la relación costo/beneficio existente entre la experimentación animal y el beneficio para la salud humana y no humana, que es en lo que nos vamos a centrar en este debate desde el sensocentrismo y usando un marco normativo consecuencialista: el hecho de que la experimentación forzada es legal ¿tiene consecuencias menos malas que si estuviera prohibida? Si la respuesta es «sí» entonces deberemos experimentar en ciertos casos, y si la respuesta es «no» entonces no deberemos experimentar en esos casos. Éste sería el debate racional sobre experimentación, pero en él suelen participar antropocentristas o usarse marcos normativos irracionales, lo que hace que el debate no pueda desarrollarse con normalidad. Como es lógico, la prohibición de la experimentación forzada no
tendría como consecuencia el rechazo al conocimiento científico existente, ni el rechazo al
uso de los medicamentos y procedimientos médicos existentes.

Algunas personas dicen que el hecho de que la experimentación forzada sea legal tiene consecuencias menos malas que si fuera ilegal. Estas personas están diciendo que confinar, hacer sufrir y matar a alguien en un experimento puede ser menos malo que no experimentar con él. Con el avance de la ética promovido por defensores de los animales, cada vez es más habitual el rechazo a la experimentación que tiene como finalidad crear nuevos cosméticos y productos de higiene, de hecho la Unión Europea los ha prohibido, aunque las multinacionales siguen experimentando en otros países. También suele ser frecuente el rechazo a la experimentación con fines militares. Lo habitual es encontrarse con antropocentristas que defienden la experimentación médica en no humanos, aunque incluso entre antropocentristas es grande el rechazo, según una encuesta de 2012, tres de cada cuatro italianos la rechazan. Los antropocentristas suelen decir que «actualmente no se están experimentando fármacos con humanos porque ya se experimentaron con animales no humanos», pero estas personas suelen defender los ensayos clínicos, que consisten en que humanos ofrecen su cuerpo para que se experimenten fármacos en él, ya sea por dinero (coaccionados) o voluntariamente.

Formulamos de forma más clara el argumento que utilizan dichas personas. Las premisas y la conclusión serían las siguientes:

ARGUMENTO EN DEFENSA DE LA EXPERIMENTACIÓN FORZADA:

(P1) Para evitar que aparezcan enfermedades deben crearse fármacos.
(C) Los fármacos para humanos deben experimentarse en animales no humanos.

A continuación vamos a mostrar cómo puede rebatirse este argumento.

PREMISA (P1): Para evitar que aparezcan enfermedades deben crearse fármacos

La industria farmacéutica, como todo negocio liberal, sigue como criterio la búsqueda del mayor beneficio económico posible, por lo tanto les interesa que existan enfermedades y promover una sociedad basada en fármacos. La industria farmacéutica es el tercer sector de la economía, tras el armamento y el narcotráfico; en 2007, se calculó que el mercado farmacéutico movía unos 200.000 millones de dólares al año, muchos a base de subvenciones de los gobiernos. El experto Peter Gøtzsche en su libro «Medicamentos que matan y crimen organizado» compara a las farmacéuticas con el crimen organizado porque, en su
opinión, capitalismo y salud casan mal, dice: «No trabajan para mejorar la
salud, sino para obtener los máximos beneficios y para ello extorsionan, cometen fraude, violan la legislación y mienten» [Vídeo]. En España, el 95% de la formación de médicos depende de la industria farmaceútica. El 27 de julio de 2007, se publicó en La Vanguardia una entrevista titulada «El fármaco que cura del todo no es rentable», en la que Richard J. Roberts,
Premio Nobel de Medicina en el año 1993 por sus investigaciones sobre
el ADN, denunció que las farmacéuticas se dedican a desarrollar
medicinas para enfermos crónicos, pues las medicinas que curan del todo
son menos rentables, por eso dijo que «hay antibióticos que se han dejado de estudiar porque son demasiado efectivos y curaban del todo». Esto lo repitió el 28 de junio de 2008 en la entrevista titulada «A las farmacéuticas no les interesa buscar la curación», y en otras. La industria farmaceútica no mira por los intereses de las personas, sino por los intereses económicos de los propietarios de dichas farmaceúticas, como nos cuenta Richard J. Roberts: «en la medida en que existen empresas privadas que fabrican medicamentos y
precisamente, como son privadas, su objetivo es tener beneficios. Por eso buscan fármacos para enfermedades a largo plazo. Y si yo como compañía desarrollo un fármaco que me ha costado cientos de millones de dólares de investigación, pero que cura la enfermedad, ¿cuánta
rentabilidad puedo esperar si se termina el negocio? Las empresas no tienen ningún incentivo a desarrollar fármacos que realmente acaban con la patología»(1). En 2016, Hagop Kantarjian, profesor del Centro Anderson para el Cáncer de la Universidad de Texas (EEUU), decía lo siguiente: «Las compañías farmacéuticas tienen hoy una única misión: maximizar los beneficios para los accionistas y las bonificaciones para los directivos aún a costa del perjuicio y la muerte de los pacientes». Ésta es una razón de peso para confiscar la industria farmacéutica y convertirla en una empresa pública, así como para cambiar todo el sistema de protección de la salud.

Las enfermedades que más muertes causan pueden prevenirse en gran medida mediante hábitos de vida saludables. Si nuestro objetivo es aumentar la salud de la población y reducir el número de muertes prematuras entonces se deberán tomar las medidas políticas necesarias para lograrlo, aunque perjudiquen económicamente a quienes hacen negocio con la salud y la vida de las personas. Las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y la diabetes son algunas de las enfermedades que más muertes producen cada año. En lugar de atacar las causas evitables que producen las enfermedades, se experimenta con animales para crear medicamentos que curen a los enfermos: se promueven y protegen hábitos de vida no saludables que perjudican a las víctimas de la experimentación forzada. El número de muertes cardiovasculares, la diabetes y algunos tipos de
cáncer se pueden reducir drásticamente mediante una adecuada
alimentación y mediante la reducción/eliminación del consumo de alcohol y
de tabaco. Además, una alimentación vegetariana estricta o pura reduce drásticamente la explotación y matanza de quienes no son humanos. Rechazar la experimentación forzada tendría unas consecuencias extraordinarias para la sociedad; como una vez dijo Richard Wagner (1823-1883): «Si los experimentos con animales no humanos fueran abandonados en pos
de la compasión, los humanos harían un avance fundamental». Es la empatía lo que le falta a este mundo para solucionar sus más graves problemas. Todo esto lo puede fomentar el Estado mediante la educación pública, haciendo campañas publicitarias pro salud, prohibiendo la publicidad de vida no saludable y fomentando el sensocentrismo y la práctica del veganismo.

CONCLUSIÓN (C): Los fármacos para humanos deben experimentarse en animales no humanos

Aprobación de un fármaco. En España, la Ley 29/2006, del 26 de julio, de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios
establece la obligación por parte de los laboratorios de experimentar
los fármacos en animales no humanos («ensayos preclínicos») antes de ser experimentados con
humanos (ensayos clínicos). En España, los ensayos clínicos son necesarios para la autorización de
un medicamento, de acuerdo con la Ley General de Sanidad, para ello existen Reales Decretos que establecen los requisitos para la realización de ensayos clínicos con medicamentos. La Food and Drug Administration (FDA) tiene el control exclusivo sobre las decisiones ejecutivas en relación con la aprobación de fármacos en EEUU. En la Unión Europea (UE) se puede solicitar la aprobación de un fármaco mediante la European Medicines Agency (EMA) (Reglamento (CE) nº 726/2004) o a través de las agencias nacionales (en España mediante la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS)). Desde noviembre de 2005, todos los fármacos destinados al tratamiento de determinadas enfermedades (SIDA, cáncer, diabetes, enfermedades neurodegenerativas) así como los fármacos desarrollados por medio de procesos biotecnológicos y los que constituyen terapias avanzadas (génica y celular), deben ser aprobados por la EMA. A nivel internacional está la International Conference of Harmonisation (ICH).

De los fármacos experimentados en animales no humanos («ensayos preclínicos») no se extraen conclusiones científicas para la medicina humana, por esta razón los fármacos también se experimentan con humanos (ensayos clínicos). Existen diferencias metabólicas entre las diferentes especies animales y también entre individuos de la misma especie: la sustancia que para un sujeto puede ser inocua, para otro sujeto puede ser mortal. Además existen ciertas reacciones de  difícil determinación en animales no humanos como, por  ejemplo, las cefaleas o las depresiones. Los resultados de la experimentación con animales no humanos no se pueden extrapolar directamente a la especie humana, por lo cual siempre se requiere que se experimenten los fármacos con humanos (ensayos clínicos). El error científico esencial de la experimentación con animales no humanos es creer que si un fármaco funciona con ellos entonces funcionará con los humanos, y que si un fármaco no funciona con animales no humanos entonces descartarlo por suponer que no funcionará con humanos. La multinacionales farmaceúticas experimentan con animales no humanos para tener una supuesta base «científica» mediante la cual poder defenderse de las frecuentes demandas por fármacos dañinos; así siempre podrán decir «lo experimentamos en ratones y a estos no les ocurrió nada». En 2006, en un artículo titulado «FDA Issues Advice to Make Earliest Stages Of Clinical Drug Development More Efficient», Mike Leavitt, secretario de Salud y Servicios Humanos de la FDA de EEUU dijo: «En la actualidad, nueve de cada diez medicamentos experimentales fracasan en los estudios clínicos porque no podemos predecir con exactitud cómo van a comportarse de las personas sobre la base de estudios de laboratorio y con animales» y otros datos de la FDA indican 92%[1], esto quiere decir que sólo un 10% de los fármacos experimentados «con éxito» en animales no humanos parecen funcionar en humanos antes de salir a la venta. Respecto a este «método científico», Joshua Lederberg (1925-2008), premio Nobel de Medicina en 1958, comentó lo siguiente: «Es simplemente imposible, ni aún con todos los animales del mundo, revisar productos químicos tan a ciegas como lo hacemos ahora y llegar a formular conclusiones creíbles sobre los riesgos que entrañan para la salud humana». En tiempos más recientes se sigue insistiendo en esto. Por ejemplo, el 6 de agosto de 2008, la revista Nature publicó un artículo titulado «Neuroscience: Standard model» en el que se dice lo siguiente:

«La mayoría de fármacos contra enfermedades neurodegenerativas como la esclerosis y el alzheimer que han funcionado en ratones, no tienen ni el mínimo efecto en estudios preliminares con humanos. Hay dos tipos de explicaciones, y ambas son radicales por diferentes motivos. La primera es la más obvia: el modelo no sirve, el cerebro de ratón es demasiado diferente al humano, lo que han estado haciendo miles de científicos no lleva a ningún sitio. Parece preocupante, pero la segunda explicación también se las trae: Muchos experimentos publicados en revistas científicas están mal hechos. A veces las muestras son demasiado pequeñas y no están diseñados con suficiente rigor. La presión por publicar induce a vacíos metodológicos, quizás alguna que otra distorsión de los resultados, y oídos sordos a diferencias básicas entre ratones y humanos respecto las características fisiológicas de la enfermedad. Además, los resultados negativos no se publican.»

Respecto a pruebas toxicológicas, como el test LD 50 (Letal Dose 50%), el artículo «A Failure of Extreme, but Measurable, Proportions» muestra su falta de rigor científico. A esta conclusión también llegó un estudio que elaboró la Comisión de la Comunidad Europea en el que tomaron parte 100 laboratorios para valorar la fiabilidad y validez del test DL 50: se restringieron al máximo todos los factores susceptibles de incrementar la variabilidad en los resultados (a mayor variabilidad, menor valor de la prueba) y, a pesar de ello, al analizar los resultados se documentaron variabilidades que oscilaban del 144 al 738%.

De los fármacos experimentados en pequeñas muestras de humanos (ensayos clínicos) no se extraen conclusiones científicas para la medicina humana, por esta razón los fármacos también se experimentan en la población general, que es cuando realmente se comprueba en qué medida un fármaco es eficaz o si hay que retirarlo. De los pocos fármacos que superan los ensayos clínicos y salen al mercado para ser experimentados con la población, muchos son retirados o retiquetados debido a sus efectos secundarios perniciosos; esto sucede porque cada humano es genéticamente diferente a los demás humanos: lo que funciona en un humano puede no funcionar en otro humano: «No hay medicamento con el que los pacientes respondan de la misma forma», dijo José Luis Poveda en noviembre de 2015, presidente de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria. Se llama «iatrogenia» a los daños en la salud provocados por el sistema sanitario. Veamos algunos datos:

– En julio de 2000, el Journal of American Medical Association (JAMA) publicó un artículo titulado «Is US Health Really the Best in the World?»
en el que citando referencias indica la cifra de 250.000 muertes/año
por iatrogenia (3ª causa de muerte) en EEUU, 106.000 de dichas muertes
son producidas por los efectos secundarios de los medicamentos[2]. (Traducción del artículo)

– El 4 de junio de 2011 se publicó en The Lancet una carta titulada «Open letter to UK Prime Minister David Cameron and Health Secretary Andrew Lansley on safety of medicines» en la que 22 científicos británicos transmiten al Primer Ministro de UK, David Cameron, sus preocupaciones por los crecientes problemas de fallos de medicamentos y de reacciones adversas a los medicamentos. Aquí la carta (hay que traducirla mejor):

▼▲ Mostrar/Ocultar Carta abierta al Primer Ministro David Cameron

– En septiembre de 2012, Philippe Even, profesor emérito en la Universidad Paris Descartes y antiguo miembro de la comisión científica del Ministerio de Sanidad galo, publicó el libro «Le guide des médicaments: utiles, inutiles ou dangereux» en el que defiende que los medicamentos que se están experimentando con la
población producen cada año en Francia cerca de 100.000 accidentes que
requieren hospitalización y 20.000 muertes. Según el estudio de Philippe Even, «sólo un medicamento de cada tres es eficaz de verdad»: un tercio de los medicamentos comercializados no tienen ningún efecto terapéutico, otro tercio puede causar problemas secundarios al no ser bien tolerados por el paciente o se utilizan mal al prescribirlos a personas que no los necesitan. Finalmente, queda otro 33% que es la cantidad de fármacos realmente útiles para curar una enfermedad o algún problema de salud.

– En un artículo publicado el 29 de mayo de 2013, se indicó que Bernard Bégaud, catedrático de Farmacología y exdecano de la facultad de Medicina de Bordeaux, afirmó que «Los efectos secundarios de los medicamentos causan más muertes al año que las producidas por accidentes de tráfico y suicidios juntos»: unos 18.000 humanos mueren al año en Francia como consecuencia de los efectos secundarios de medicamentos.

– Por septiembre de 2014, Peter Gøtzsche, profesor de medicina y farmacología clínica de la Universidad de Copenhague y director del Nordic Cochrane Center, afirmaba que los medicamentos son la tercera causa de muerte en el mundo tras las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. Recoge todos los datos en su libro «Medicamentos que matan y crimen organizado».

– En noviembre de 2015, el presidente de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria, José Luis Poveda, daba el dato de 8000 muertos/año en España por efectos secundarios de los medicamentos.

A continuación se enumeran fármacos que salieron a la venta, pero tuvieron que ser retirados debido a su toxicidad en la población humana:

▼▲ Mostrar/Ocultar Fármacos que salieron al mercado y fueron retirados

Existen alternativas éticas a la experimentación con animales. A continuación enumeraremos alternativas éticas a la experimentación animal:

▼▲ Mostrar/Ocultar Alternativas éticas a la experimentación animal

Alternativas caseras al uso de algunos medicamentos. Antes del surgimiento de las farmaceúticticas, existían algunos remedios tradicionales que eran eficaces para diversas patologías. Hoy nos quieren vender algunos de esos remedios tradicionales en forma de medicamentos, pero podemos hacerlos en casa:

– Vómitos y náuseas: un té de jenjibre. Lo han usado los marineros durante miles de años. (Fuente: vitadelia.com)
– Otros.

Se sigue experimentando con animales por inercia y por intereses particulares. La experimentación con animales es una práctica fomentada por la situación regulatoria y legislativa a nivel local e internacional, porque las leyes que protegen al consumidor exigen que en algún momento del proceso de fabricación de productos se experimente. Lamentablemente, la industria científica muchas veces tiene más a ver con la política y la economía, que con la ciencia. Para muchos investigadores es más importante escribir el máximo de artículos en revistas científicas para recibir subvenciones, que preocuparse de la verdadera utilidad de sus experimentos.

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