La alfombra roja (David Sztybel)

Francione, en Rain without Thunder, y siempre que habla o escribe sobre el asunto, pide a los liberacionistas que sean ajenos al proceso legislativo. El motivo es que los liberacionistas no serán tomados en serio por los políticos actuales, y para ser tomados en serio, los activistas necesitarían suavizar su activismo.

Esta es una afirmación falsable. Considera el caso de Austria. Este país fue uno de los primeros en prohibir las jaulas de batería para las gallinas. Dichas jaulas son tremendamente crueles. Normalmente están fabricadas de alambres, y apiladas en vertical hasta 20, apresando a las gallinas que ponen huevos. Apilarlas hasta esa altura supone que las aves defequen y orinen sobre aquellas que viven debajo de ellas a través de los suelos de alambre. Sus uñas, normalmente cortas para pasear, a menudo crecen alrededor del alambre de las jaulas, quedando enredadas en este lugar donde nunca pueden ejercitarse en el exterior y respirar aire limpio. El hedor hace a los humanos visitantes tener arcadas, por lo que a menudo visten máscaras de gas. Las plumas de las aves se pierden con frecuencia, y la piel se queda en carne viva al ser almacenadas con frecuencia 5 en una jaula cuyas dimensiones ofrecen la “superficie” de un periódico doblado. Las aves se vuelven locas por esto, y el ruido es una cacofonía horrible en su condena a una oscuridad casi siempre. A menudo el ave que sería la sumisa en una jerarquía normal, muere pasivamente de hambre o de deshidratación en una esquina de la jaula, pero es calculada como “prescindible” por los explotadores, quienes cuentan peniques, pero no sufrimiento animal. El cuidado veterinario está limitado a retirar los pájaros muertos, pero frecuentemente incluso ni eso. Y así sucesivamente. Francione, en Rain without Thunder, deja claro que él solo aboliría las jaulas de batería si una sustitución respetara plenamente la libertad de movimiento de las gallinas (el respeto completo al requerimiento de un determinado interés, que traté en Animal Rights Law). ¡Ese será el día en que los legisladores garanticen tanto espacio como un santuario dirigido según el planteamiento liberacionista! En cualquier caso Austria prohibió la práctica, y sin duda implantó sistemas de confinamiento bastante alejados de lo que un liberacionista desearía como ideal. Los defectos son precedentes, realmente a causa del especismo y capitalismo imperantes. Sin embargo, antes de este golpe legal hubo una conferencia de prensa de los grupos de protección animal en Austria que protestaban contra las jaulas de batería. Esto es una hazaña sin precedente en el país de residencia de Francione, Estados Unidos, y en el mío, Canadá. Pero esa unidad en la campaña contribuyó a su éxito político. Ahora bien, alguno de estos grupos eran grupos liberacionistas.

Los políticos no son tontos. Saben que los grupos liberacionistas son más radicales de lo que la campaña sugiere superficialmente, y son partidarios de la abolición algún día de la tenencia de gallinas ponedoras. Pero los políticos tomaron a esos grupos liberacionistas en serio, y esos grupos no necesitaron comprometer su radicalismo. Esos liberacionistas no ocultaron o pretendieron ser algo que no eran. No sería lo mejor para los animales, deben haber pensado esos partidarios de la liberación animal, ocupar un rol ajeno a la política. Los políticos sabían que ellos representaban a parte de un abrumador espectro de votos populares desde que la campaña impactó a la nación a través del uso efectivo de los medios. Por lo que Francione está completamente equivocado en que los grupos necesitan comprometerse para lograr una posición dentro del estatus político. Su llamada a los partidarios de los derechos de los animales a ser ajenos al proceso político lleva a la marginación de esos activistas como si se hubieran provocado una herida sí mismos. Los liberacionistas fundamentalistas, algo bastante sorprendente, son “auto-marginados”. La clave no es sólo avanzar hasta lograr leyes “bienestaristas”. Significa mucho tener voces liberacionistas en la mesa de negociación, incluso si esa voz simplemente se escucha. De lo contrario, estarían solamente las tradicionales voces “bienestaristas” en los pasillos de la toma de decisiones políticas.

Aparentemente él está esperando a que una alfombra roja sea colocada en el exterior antes de poner el pie en la política para trabajar por leyes que ayuden a los animales. Como dice, sólo quiere “estar dentro” si no pierde su radicalismo. No se refiere a radicalismo en el anterior sentido de defender de forma pragmática los derechos de los animales, según el cual se tiene la meta a largo plazo de erradicar el especismo. No, se refiere a que debería tranquilamente ser capaz de pedir su versión de “proto-derechos” ahora, y ser tomado en serio por los políticos que gobiernan el país. Pero eso no puede ocurrir en el futuro previsible, y por lo tanto se llega a la renuncia de aprobar leyes como una meta futilitarista por el momento.

Pensemos sobre esto un momento. ¿Qué haría falta para que un parlamento, o miembros del mismo, tomaran en serio las medidas de proto-derechos de Francione? ¿Por qué tendrían que estar a favor o manifiestamente abiertos a ser persuadidos de que los animales deben recibir el 100% de protección de tal o cual interés (como la libertad de movimiento en el ejemplo dado antes)? ¿Por qué tendrían que ser partidarios de los derechos de los animales, o al menos justo a punto de serlo, virtualmente a la espera de ser persuadidos, porque solamente la gente liberacionista está a favor del 100% de respeto a los intereses? Otros están de acuerdo en que los animales deberían ser usados “humanamente”, y el uso de los animales (al cual yo caracterizo como uso enfermo en The Rights of Animal Persons) toma una prioridad. Este estado de las cosas a su vez significa que los intereses humanos (incluyendo el de obtener beneficio) debe ser la prioridad. Que los intereses humanos sean la prioridad es normalmente incompatible con el respeto al 100% de cualquier interés de los animales. Funciona de esa manera, dado que espacios más grandes para las gallinas cuestan dinero de los humanos. Es el motivo por el que los legisladores necesitarían ser liberacionistas (o cercanos a los liberacionistas), y no “bienestaristas” (en el sentido especista por el que los humanos tienen prioridad), si quienes hacen las leyes van a ser receptivos de forma genuina y práctica a los proto-derechos para los animales de Francione.

Por lo que Francione está esperando a que la alfombra sea desenrollada por los compañeros liberacionistas o cercanos a esa postura en la legislatura. Esta es la inevitable lógica de la situación. Pero eso no es todo. Francione no está solo hablando de predicar a los conversos. Quiere cambiar las mentes de los políticos. Por lo que si hay una minoría de simpatizantes con el liberacionismo en la legislatura (e incluso eso hoy sería un notable logro político), no son ellos quienes suponen una amenaza de suavizar debido a que Francione “estaría dentro”. No, el problema está con aquellos que están en desacuerdo con los derechos de los animales, pues ellos no tomarían en serio los derechos de los animales y, de acuerdo, con Francione, requerirían de forma pragmática que su postura fuera “suavizada”. Por lo que tendrá que permanecer todavía fuera de la legislatura, porque aún “necesitaría” suavizar su visión dada la posición minoritaria de de los derechos de los animales en la legislatura. Esa minoría no sería suficiente para aprobar leyes, y tendría que negociar con la mayoría hostil o indiferente a los derechos de los animales de entre los que hacen las leyes. ¿Y cuando un día haya una mayoría de políticos liberacionistas en la legislatura? ¡Ay va! Entonces podría desfilar con orgullo, y la alfombra roja estaría firmemente esperándole. Antes de eso presumiblemente no habría legislación protectora de los animales, según él, dado que bajo su liderazgo no habría ningún vano intento de “luchar desde dentro”. Por lo tanto, hasta que todos los intereses de los animales puedan de forma aceptable ser protegidos, un día remoto se podría añadir, los animales no conseguirán ayuda legal en absoluto.

La alfombra roja que está esperando sería roja por la sangre de los animales con una vida mucho más infernal, ya que él está “esperando el día” con sus camaradas. Puedes leer sobre el ejemplo de Austria en la segunda edición de In Defense of Animals, en el ensayo How Austria Achieved a Historic Breakthrough for Animals de Martin Balluch(1), un activista líder de la campaña. La prohibición de Austria y cómo ocurrió prueba que la preocupación básica de Francione sobre la posición interna está tremendamente equivocada. (Al menos si el radicalismo liberacionista es lógicamente defendible.) Y la lógica del “juego de espera” de Francione prueba que los animales terminarán muertos de una forma mucho más horrible si la gente sigue el ejemplo de Francione. Los animales no conseguirán ayuda legal para lo peor de la vivisección, granjas de factorías y similares hasta “el día”. Bien, yo no estoy esperando, y espero que te unas a mi impaciencia por los futilitaristas, quienes a su vez son tan impacientes por los derechos de los animales que pierden el sentido de la realidad de nuestra situación actual.

Fuente: http://www.doyouvegit.com/foro/showthread.php?t=827

NOTAS:

(1) Puede leerse una traducción de este escrito de Martin Balluch aquí.

La publicación de esta entrevista en RespuestasVeganas.Org no implica necesariamente que se compartan todas y cada una de las cuestiones expresadas en la misma; sin embargo, consideramos interesante su publicación por la aportación que puede hacer a la causa del movimiento abolicionista.

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